Hablar con el corazón y la mente abiertos sobre temas que más tarde pueden ser motivo de desencuentros, desilusiones y conflictos.
Cuando tomamos la decisión de casarnos, hay tantos aspectos que deben atenderse. Unos urgentes: detalles de la boda, fecha, etc., y otros importantes: nuestra preparación, tema decisivo en el arranque de nuestra vida conyugal, pero que no todos los novios consideran y asumen con la seriedad e importancia que tiene.
Como terapeutas de Apoyo Conyugal y de trabajar desde hace más de 10 años con matrimonios acompañándolos a superar sus dificultades, mi esposo y yo vemos cómo la falta de valoración y provecho en la etapa del noviazgo pasa factura.
¿Para qué acompañar a los novios? Porque en el acompañamiento se pueden tratar los temas que a cada pareja en particular inquieta. Temas concretos y cotidianos que con los preparativos se descuidan de conversar en profundidad y son fuente de los primeros conflictos.
En estos encuentros, los novios llegan con cuadernos y tablets para tomar apuntes de las “charlas” que creen recibirán. Nuestra tarea es más bien por medio de videos, historias o canciones, introducirlos a diversos temas y les entregamos unas pautas para que inviertan mucho tiempo en conversar y compartir ideas, anhelos, proyectos que les ayuden a constituir su “proyecto matrimonial” que, abarcando todas la áreas de su vida, con la gracia sacramental, será el camino que se proponen recorrer juntos y consolidar asi una nueva familia.
Un tiempo privilegiado para construir
Este es el tiempo privilegiado y ajetreado en que no solo es conveniente, sino muy pertinente conversar diversos aspectos esenciales que enmarcarán su estilo de vida conyugal.
Conversar sobre los valores familiares que queremos transmitir a nuestros hijos, esos de los que nos queremos impregnar para que ellos los perciban y asuman como un tesoro.
Conversar de cómo lo mío se convertirá paulatinamente en “lo nuestro”, cómo cada uno es invitado a conservar toda esa originalidad que cautiva e impulsa a unir mi proyecto personal de vida al tuyo, e inventar uno nuevo, donde el otro tiene un lugar y espacio especial.
Opinar sobre las familias de origen, sin juzgarlas ni criticarlas, pues son parte de cada uno, conversar sobre cómo iremos conquistando un espacio propio, original, sin excluir, sino más bien abriendo corazones y decidiendo juntos lo que hacemos o cambiamos.
Hablar de lo económico, transparentar ingresos y egresos y comentar pagos o deudas previamente adquiridas, estimar un presupuesto tratando de abarcar la mayor cantidad de rubros, nos permitirá conocer con claridad y planificar nuestra economía.
Otro tema importante es nuestra espiritualidad. ¿Es compartida? ¿Conozco claramente, respeto y comparto tus principios éticos, morales y religiosos?Hablar sobre tantas cosas prácticas necesarias: vivienda, seguros, cuentas bancarias, médicos, tarjetas de crédito, estudios, trabajos, horarios, tareas domésticas compartidas, mascotas, compras, servicios, hobbies, deportes, amigos, etc.; son temas importantes que ameritan largas, francas y prácticas conversaciones, pues de cada una de ellas su proyecto matrimonial irá tomando forma.
Consideramos imprescindible hablar con el corazón y la mente muy abiertos sobre todos estos temas, que luego pueden darse por obvios o sobre entendidos, aceptados y asumidos, siendo motivo de desencuentros, desilusiones y conflictos perfectamente evitables.
Nuestro apostolado con los novios nos aporta como esposos una permanente renovación conyugal, que trae a nuestro matrimonio una fuente inagotable de bienestar y bendiciones.
Compartimos una frase de un novio: “A la aventura que uno se embarca (matrimonio) llevando lo necesario y preparándose, será la más emocionante de nuestras vidas.”
Por Carlos Manrique A.
Experto en Familia
Dory Baquerizo de Manrique
Psicóloga Clínica y Orientadora Familiar,
Conyugal y Master en Familia