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Pero David replicó: “No lo mates. ¿Quién puede atentar contra el ungido del Señor y quedar sin pecado?” (1 Samuel 26, 9).

Las redes sociales y los blogs últimamente parecen estar llenos de ataques hacia el Santo Padre Francisco y su pontificado, que incluso desarrollan teorías conspirativas que solo se ven en las películas. Encontramos en todos lados juicios, manipulación mediática y descontextualización de declaraciones, insultos y sobre todo muchas mentiras. Ante esto, podemos encontrar respuestas en el Antiguo Testamento, sobre la situación que atraviesa la Iglesia y el Pontificado de Francisco:

David, se encontraba escondido en el desierto porque el Rey Saúl quería matarlo. Una noche encuentra dormido en el suelo junto a su lanza clavada en la tierra. Saúl sabía que el nuevo rey de Israel por designio de Dios era David, así por no perder su reinado, lo traiciona y desobedece a Dios.

Al encontrar dormido el Rey Saúl, Abisay quien acompañaba a David, lo incita a matarlo diciéndole “Dios te está poniendo al enemigo al alcance de tu mano. Deja que lo clave ahora en tierra con un solo golpe de su misma lanza. No hará falta repetirlo” (1 Samuel 26, 8). A pesar de ser perseguido y despreciado por Saúl, decide no matarlo, toma la lanza y un jarro con agua que estaba junto a la cabecera de Saúl como prueba de haber estado junto a él y sale del lugar gritando lo siguiente: “Rey Saúl, aquí está tu lanza, manda a alguno de tus criados a recogerla. El Señor le dará a cada uno según su justicia y su lealtad, pues él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor” (1 Samuel 26, 22).

Samuel, uno de los profetas del antiguo testamento unge como Rey de Israel a Saúl y tiempo después hace lo mismo con David para la sucesión en el trono. En nuestro tiempo con el tradicional cónclave, el conjunto de cardenales electores en comunión con la Iglesia se reúnen para perpetuar la sucesión apostólica y elegir al nuevo Papa; siendo el mismo Espíritu Santo quien actúa eficazmente para realizar dicha elección. Pero, ¿qué está sucediendo en este tiempo? ¿Por qué para algunos católicos esto parece no tener importancia?

Justificar oponerse al magisterio del Papa

En Gálatas 2, 11 -21, San Pablo se opone a San Pedro en un debate que hace referencia a la necesidad de la circuncisión para la salvación. Ahora los detractores del pontificado de Francisco deforman la cita bíblica. Pablo habló con Pedro sobre ese asunto, pero es distinto tener un debate teológico que decir que Pedro no siguió la doctrina de la Iglesia o que estaba llevando a la Iglesia por un camino equivocado. El contexto de esta la cita bíblica deja claro que los apóstoles tenían conversaciones serias sobre varios temas, algo normal para una Iglesia en edificación. Mismos diálogos y debates que hoy pueden tener el Papa con los obispos.

Ninguna de las cartas de San Pablo dice: “Pedro es un hereje, un liberal, que está cambiando la Iglesia, ¡está callándose!”. En otras palabras, no hay punto de comparación entre el debate de Pablo y Pedro con el clima de malestar que estamos viviendo en la actualidad los cristianos ante los ataques que constantemente recibe el Papa. Algunos basan su “derecho” a discrepar con esta cita bíblica descontextualizando, distorsionando la interpretación y la referencia histórica para justificar sus actos convirtiéndose en cismáticos, para decir algo tan hereje como “yo tengo derecho a refutar al Papa”. De más está decir que en el tiempo de los apóstoles aún no se tenía un pensamiento maduro sobre la doctrina de la infalibilidad Papal.

La labor como católicos

Ante el “yo sé lo que Dios quiere y no la Iglesia, no el Papa, no los obispos” o el soberbio argumento de “la Iglesia está mal y YO estoy bien” para justificar las “conspiraciones” al magisterio del Papa o las decisiones de los obispos, no nos dejemos engañar. La realidad es que la Iglesia prohíbe escritos que vayan en contra de la fe o de la doctrina hechos por alguna persona que se hace llamar católico, sacerdote o fundador. La gracia que tienen los obispos en comunión con el Papa es que cuando declaran que alguna práctica se va en contra del actuar cristiano y de la fe católica como tal, aunque esto solo sea declarado en una diócesis local, esta declaración se hace extensiva a todos los lugares donde esté un obispo en comunión con Roma. Los obispos son extensiones del primado de Pedro, esto lo encontramos en el código de derecho canónico numeral 749; 2, sobre la función de enseñar de la Iglesia y la infalibilidad. ¿Puede ser que muchos hermanos católicos no les importe esto?

La Iglesia es el cuerpo místico de Cristo junto con la cabeza representada en la jerarquía el Papa, cardenales, obispos, etc… A la Madre Teresa de Calcuta le preguntaron una vez cuál sería, según ella, lo primero que se debería cambiar en la Iglesia. Su respuesta fue: usted y yo. El pontificado del Papa Emérito Benedicto XVI fue criticado por “estricto”, ahora Francisco es criticado por llamar a la Virgen María influencer de Dios. Es mejor que en este tiempo los católicos procuremos atesorar la fe, defender la verdad y vivir realmente la doctrina de la Iglesia sin conspiraciones ni fantasías.

“Ruego para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17,21).

Por Miguel León
@mleonastudillo
mleon@metanoia-ecuador.org

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