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Es importante como pareja descubrir la belleza de la sexualidad en el amor.

Cada acto conyugal —dentro del matrimonio— se convierte en la renovación del “te amo, a ti, solo a ti y para siempre”.

Una sola carne

Aquella unidad del matrimonio “ser una sola carne”, se expresa y realiza también mediante el acto conyugal. En esta unión tan íntima ambos se abren a la fecundidad física y llegan a reconocer en un tercero (el hijo) su misma imagen.

El “una sola carne”, no se refiere a cualquier tipo de relación sexual, sino siempre a una unión sexual matrimonial. Este vínculo de ser dos en “una sola carne”, ha sido establecido por Dios desde el inicio de los tiempos. Ha sido Él quien ha puesto en el ser humano el deseo de ese tipo de entrega. Revelándose con ello el significado esponsal, generador y paterno de los cuerpos sexuados.

El acto conyugal

Los actos sexuales son para el matrimonio y sirven para la consolidación de un genuino amor conyugal. Estos actos, fuera del matrimonio —sin la exclusividad del uno para una— no alcanzan su verdadera belleza y no llegan a plenificar a las personas.

“El impulso sexual es tan poderoso que crea en el hombre y en la mujer normales una ciencia instintiva de la manera como hay que «hacer el amor»”

—Karol Wojtyla. Amor y Responsabilidad.

En su libro Amor y Responsabilidad, Karol Wojtyla explica que el acto conyugal inicia con un proceso de cotejamiento, en el que los esposos van interiorizando la entrega mutua que van a realizar.

Existe una diferencia efectiva en la excitación sexual del hombre y de la mujer. En la mujer la excitación es más lenta y larga que en el varón. La necesidad de más tiempo, de mayor ternura que requiere la mujer no es únicamente un deseo suyo, sino que, esto tiene un fundamento biológico. El hombre ha de ser respetuoso de esta diferencia, y ha de saber reconocer y aceptar el ritmo de la naturaleza femenina para que ambos participen y lleguen conjuntamente al punto culminante de la excitación sexual. Del mismo modo, es fundamental que la mujer comprenda al hombre y le ayude a acoplarse a su ritmo, animándole a que se interese por esta necesidad suya.

Un medio de santificación y renovación del matrimonio

La unión conyugal es uno de los medios normales de santificación en el matrimonio. Esta es una expresión del amor verdadero y, también, un signo que renueva las promesas matrimoniales. Cada acto conyugal se convierte en la renovación del “te amo, a ti, solo a ti y para siempre”.

Juan Pablo II (1980) dijo —en Kinshasa— a las familias africanas: “La unión de sus cuerpos, querida por Dios mismo cual expresión de la comunión todavía más profunda de sus espíritus y corazones, realizada con tanto respeto como ternura, renueva el dinamismo y la juventud de su compromiso solemne, de su primer «sí»”. Cada acto conyugal está llamado a ser una privilegiada oportunidad para manifestar el amor más grande al cónyuge.

Por Katherine Zambrano Yaguana, PhD
Universidad de Navarra

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