Compartir:

Dos jóvenes Carlos y Esther se embarcaron en un viaje de en sueño… sin esperar todo lo que tendrían que vivir debido a la pandemia.

Desde hace mucho mi novia Esther y yo teníamos el deseo de ir a Corea del Sur y Japón. Solo esperábamos la posibilidad de ir juntos. Cuando finalmente se dio la oportunidad en agosto del 2019 decidimos comprar los boletos, hotel, etc. Muchísimo antes de que siquiera existiera el COVID-19.

En enero del 2020 comenzó a llamar la atención el tema del coronavirus, pero aún existía el imaginario de que solo afecta a un 2% de la población, etc. Todavía se creía que sería un virus bastante limitado como otros anteriores.

Nuestro vuelo estaba programado para el 3 de marzo. Lamentablemente las aerolíneas no dieron facilidades para mover las fechas o recuperar el dinero, así que tomamos el riesgo de volar.

En el peor de los casos consideramos que no permitirían entrar a Asia y nos tocaría perder los vuelos. Jamás se consideró que sería Ecuador el que terminaría golpeado. Irónicamente Corea no sufrió casi nada de los estragos de la pandemia.

 

 

Japón y Corea

Salimos del Ecuador el 3 de marzo con destino a Japón y luego Corea. Una semana en cada país. Cuando salimos Ecuador aún no había explotado como después ocurrió. Había casos muy puntuales y el verdadero peligro teóricamente estaba en Corea.

Nuestro viaje en Japón ocurrió con relativa normalidad. Todo el tiempo con mascarilla, alcohol, y más cuidados. Los japoneses siempre respetaron esas normas y todo parecía bien.

Visitamos sitios como: la torre Tokyo, Akihabara, Pokémon center y todo lo que uno se puede imaginar en Japón… Pero siempre existían las protecciones contra el COVID-19. Así que era muy común que en todos lados la gente tuviera mascarilla y respetara las distancias.

Finalizado el viaje en Japón nos tocaba ir a corea del sur, pero justo el día antes de volar a Corea recibimos la noticia de que Ecuador cerraba su espacio aéreo, por lo tanto no podríamos volver al país.

En su momento la restricción era de pocos días así que solo separamos más hospedaje en el hotel en Corea y esperamos que pudiéramos regresar con un ligero atraso.

Pero entonces la situación de Ecuador explotó y colapsó el país. Era imposible abrir volver, así que nos tuvimos que quedar en Corea del Sur un mes. Cada semana esperamos que abrieran el espacio aéreo pero resultaba imposible.

Ese tiempo sirvió para unirnos más como pareja y conocer dificultades que nunca vimos antes. Dejamos de ser vacacionistas para convertirnos en residentes de Corea. Ibamos al supermercado, elegíamos ofertas, buscamos un departamento y decidíamos qué cocinar con antelación. Todo cambió mucho con el pasar de los meses.

Por suerte podíamos trabajar por internet así que nuestros gastos fueron cubiertos por lo que generábamos desde allá. Sin embargo, Corea del Sur es un país mucho más caro que Ecuador, así que cada mes era un reto para solventar los gastos.

Corea del Sur tiene una población muy disciplinada y siempre respetaron las normas para frenar el COVID-19. El 100% de la gente tenía mascarilla y en todos lados podías recibir Gel antibacterial.

 

 

Varias pruebas

Una de las cosas más difíciles fue estar lejos de nuestras familias, ya que con la pandemia azotando Ecuador, la preocupación era constante. No obstante, gracias al internet podíamos comunicarnos diariamente con nuestros padres y hermanos.

Otro problema era que resultaba imposible saber cuánto duraría la restricción para volver a Ecuador, así que teníamos departamento alquilado para solo 1 mes, con la esperanza de regresar cuando terminara ese periodo. Pero al final de mes el Gobierno anunciaba la extensión de la restricción, así que nos tocaba mudarnos, porque nuestro departamento ya estaba separado por alguien más una vez terminara nuestra estadía. Nos mudamos 4 veces y vivimos en varios barrios de Corea del Sur.

Con el pasar de los meses se volvió un sueño lejano volver al país, porque los vuelos charter del Gobierno solo salían de México o Estados Unidos. Nunca habría alguno de Corea del Sur por la distancia y la poca cantidad de ecuatorianos atrapados allá. Incluso llegamos al punto de pensar en quedarnos el resto del año en Corea del sur, hasta que todo mejore en Ecuador.

Finalmente el Gobierno abrió el espacio aéreo ecuatoriano, y todo parecía que mejoraría, pero ninguna aerolínea quería volar para Ecuador. Esto creó un problema grave, porque nuestra permanencia en Corea del Sur era limitada por nuestro pasaporte y ya nos estábamos por exceder… Y, el gobierno coreano no podía darnos una extensión si Ecuador ya abrió fronteras. Oficialmente nosotros estábamos obligados a salir del país aunque no haya vuelos para Ecuador, o seríamos ilegales.

 

 

El ansiado regreso

Por suerte y con muchos malabares conseguimos un vuelo hacia México y lo tomamos. En México vivimos una semana más y buscamos un vuelo charter (o sea no un vuelo comercial).

En estos vuelos especiales buscan llenar un avión y volar a Ecuador. Desde México tuvimos esa opción y la tomamos. Llegamos a Guayaquil la primera semana de julio, e hicimos nuestra cuarentena domiciliaria.

Por suerte regresamos totalmente sanos de la odisea. Aprendimos mucho uno del otro y a pesar de todo esta experiencia nos ayudó como pareja.

 

 

Escrito por: Carlos Eduardo Romero Romero y Esther Cristina Galarza Solorzano.

 

Compartir: