Niños

Daniela tiene 10 años y está en quinto año de básica. En la escuela suele ser distraída y tuvo un rendimiento académico muy bajo el año pasado, se­gún ella porque le cuesta retener información. Las in­sistentes llamadas de profesores por incumplimiento de deberes, la falta de atención en clases y las bajas calificaciones en las lecciones, son una constante en la vida de Daniela. “¿Hemos hecho algo mal?”, se preguntan sus padres.

Gracias a mi trabajo de piscóloga clínica he tenido la oportunidad de visitar algunas comunidades muy distantes, tanto que algunas nunca han escuchado hablar del psicólogo. Fue en una de estas comunidades donde llegó a mi puerta una niña de la mano de su madre.

La estructura familiar sí influye en algunos indicadores de bienestar de los niños como pueden ser el nivel académico, la autoestima, la salud mental, la integración social, entre otros. Sí significa, sin embargo, que una familia que no tenga la estructura óptima necesitará más apoyo para lograr sus objetivos (apoyo de su entorno, etc.).

Desde que nació mi sobrina, su pequeña presencia ha sido motivo de una revolución familiar de magnitudes inesperadas. A medida que fue creciendo, las cosas se fueron, digamos, “complicando”. De explorar su cuerpo y descubrir que puede mover manos y cabeza, a explorar la casa, cada uno de los rincones. Parece pasar de cajón en cajón, de enchufe en enchufe, sin que nada se salve de ser explorado por sus manitas.