Compartir:

Es muchas veces complicado que un niño coma sano… es por eso que te decimos cómo lograr que tu hijo coma sano sin premios ni castigos.

Hay muchos consejos educativos por todos lados que nos animan a hacerlo “bien” y no sabemos cuál es el mejor. Ante el aluvión de ideas y consejos conviene tomarnos unos minutos para pensar si lo estamos haciendo bien, si la técnica que estoy utilizando para lograr un objetivo concreto con nuestro hijo ha dado los resultados esperados o bien toca cambiar algo para mejorar.

Una de las técnicas pedagógicas más conocida y empleadas con los pequeños es la de premiar y/o castigar a la hora de comer. Más de uno habrá escuchado alguna vez: “A comer todas las verduras o te vas a dormir sin comer” o “Vamos, come todo porque si no, no hay postre” .

Recurrimos a esta herramienta quizás porque parece que los niños comprenden bien, porque es la que se nos ocurre en ese momento concreto o porque nuestros padres también la emplearon con nosotros o porque simplemente pensamos que es fácil, rápida y efectiva. En este artículo veremos si realmente es así.

Cuando lo hacemos ofrecemos una gran variedad de premios. “Si haces esto, te daré… una chuche, un muñeco, iremos al parque…” “Si no haces esto te quitaré tu juego favorito, te irás a la cama sin cenar, no vas al cumpleaños de fulanito o no hay postre”.

 

 

¿Está bien?

Ahora les invito a pensar. ¿Es sano para nuestros hijos?, ¿Ayuda realmente a que coman lo que queremos o no? ¿Estamos educándoles bien?

Parece que lo habitual en muchos hogares es que el estilo de vida sobrecargado donde falta tiempo para alimentarse con calma y para educar a los niños para que se nutran de forma saludable. Cuando falta de tiempo, y paciencia, es habitual recurrir a premiar al hijo si come las frutas y verduras o a castigarlo si no lo hace.

Si nos basamos en los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no lo estamos haciendo muy bien, puesto que en América Latina se observa un aumento de la prevalencia de sobrepeso en niños de 0 a 4 años de edad y la prevalencia de sobrepeso en esa edad es de 7%; es decir, cerca de 4 millones de niños.

Así mismo, se muestra que hay un consumo de frutas y vegetales muy bajo en base a las recomendaciones de la OMS (que es de 5 al día) y por el contrario ha aumentado el consumo de alimentos ultraprocesados.

Seguramente el consumo de frutas y vegetales en vuestras casas tampoco alcance las recomendaciones, y es que muchas veces a pesar de todo el esfuerzo que le pongamos nuestros pequeños no quieren saber nada con ellas.

 

 

¿Es una técnica efectiva?

¿La técnica del premio y castigo ayuda o retrasa la buena alimentación? “Si comes todo, yo te daré un chocolate”. En este caso no estamos educando, solo conseguimos que coma en ese momento. Una de las consecuencias de premiar es que probablemente se tenga que volver a recurrir al premio siempre que se desea que el niño vuelva a comer ese alimento concreto.

Con esto estamos estableciendo una pauta de valores contrarios a lo que realmente queremos, porque le estoy transmitiendo que lo voy a premiar con el chocolate, le digo que eso es bueno (chocolate), lo deseable y la comida (frutas y/o vegetales) es un mal necesario.

Por otro lado, el castigo genera en los niños resentimiento, porque se dan cuenta de que no hay una relación entre uno y otro, y que es solo un capricho nuestro, puede generar revancha (ganas de vengarse cuando sea posible), rebelión (repetir comportamientos).

Sin imposiciones

Se trata pues de guiar, enseñar y motivar. Todo ello a pesar de la falta de tiempo y del cansancio de los padres que a veces no lograr dedicar el tiempo necesario a enseñar y a motivar a sus hijos. Para ello se necesita dialogar más con ellos, explicarles más y muchas veces los beneficios para su salud si toman los buenos alimentos.

El mismo Papa Francisco resalta la importancia del diálogo en su carta encíclica Frattelli Tutti.

En un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia. Así se vuelve posible ser sinceros, no disimular lo que creemos, sin dejar de conversar, de buscar puntos de contacto, y sobre todo de trabajar y luchar juntos».

Si enseñamos más, motivamos más, damos al niño la información necesaria para que tome las decisiones correctas y elija lo que es bueno para él, conociendo los beneficios y las consecuencias.

Dedicar un tiempo a enseñar, dialogar con los niños es fundamental para que ellos comprendan y aprendan mejor.

En resumen, una de las herramientas que tenemos a mano es educar desde edades tempranas, motivando a que jueguen, coman saludable, hagan deportes, activad física y que para ello necesitamos dedicarles a nuestros hijos el tiempo necesario para dialogar, explicar con paciencia y amor y dando el ejemplo.

Les invito a reflexionar si en nuestros hogares tenemos estas dificultades y de ser así intentar poner en práctica algunos de estos consejos para mejorar los hábitos alimentarios de nuestros hijos y también los nuestros.

Hagamos como nos dice Francisco ¡armemos a nuestros hijos con las armas del diálogo!

 

 

Escrito por: María Eugenia Brun, vía Aleteia.

 

Compartir: