En esta oportunidad les compartimos cinco claves para tomar buenas decisiones en momentos difíciles.
Cuando dirigimos la mirada a la persona, existe algo que todos tenemos en común como seres humanos: somos libres. Como diría Jean Paul Sartre: “el hombre está condenado a ser libre” y esa realidad pesa sobre nuestras conciencias siempre. Poder utilizar bien nuestra libertad para las pequeñas y grandes decisiones (tomar decisiones) es clave si lo que en realidad queremos es una vida que nos conduzca a la plenitud.
Madurar como personas significa ser capaces de utilizar bien la razón y hacernos cargo de las opciones que tomamos en nuestro día a día. Sin embargo, cuando hay situaciones difíciles que hacen decidir en algún ámbito concreto (salud, laboral, familiar, relacional, hijos, etc.) ¿qué elementos debemos considerar? ¿qué “pasos” podríamos seguir?
No interrumpas la oración, antes ora más
Muchas veces queremos orar “en forma” cuando estamos en una situación difícil. Recordemos que el Señor nos conoce por nombre propio, eso significa que Él sabe cómo hablarle a cada persona. Sabe que a Juan debe hablarle diferente que a Santiago y a Claudia diferente que a Juliana. Jesús mismo lo dice “Yo conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí” (Jn 10,14). Ten la certeza que Dios guiará tus pasos en todo momento.
Mantenernos en oración, como un hábito, nos permitirá reconocer cuándo es Dios quien nos habla, y cuándo son los enemigos (el demonio, el mundo, el hombre viejo). Es necesario que nuestra vida de oración sea eso, una vida orante, una vida orada, no solamente un momento del día. Así, los momentos difíciles no desaparecerán, pero al menos comprenderemos con una mayor conciencia a qué nos invita Dios a través de esos momentos.
Consulta con personas sabias
Parte de saber tomar decisiones en un momento difícil es poder consultar a las personas correctas. Muchas veces buscamos personas que nos aman, pero que pueden no conocer mucho del tema que vivimos o simplemente pueden estar sesgadas por el amor que nos tienen. Por eso, es importante cultivar la virtud de la prudencia que nos dispone a discernir en toda situación o circunstancia nuestro verdadero bien.
De ese modo, pedir esta virtud en medio de estos momentos y realizar acciones que nos ayuden a ser prudentes será clave en este proceso. Pensemos por un segundo, ¿cuántas malas experiencias no hemos tenido por ser imprudentes con personas o en decisiones concretas?, ¿cuántos conflictos nos podríamos haber evitado si hubiéramos ejercitado esta virtud al hablar o al actuar?
Consultar con personas sabias y ser prudentes en lo que comunicamos a los demás será clave en este proceso.
Cultiva una actitud de abandono
No solo cuando hay situaciones difíciles, sino en todo momento y circunstancia estamos llamados a cultivar una actitud de abandono en Dios. Jesús en muchas ocasiones nos confirmó su presencia entre nosotros: “no os dejaré huérfanos” (Jn. 14, 18), “Yo estoy con vosotros todos los días” (Mt. 28,20). A menudo, cuando iba a curar a alguien preguntaba “¿crees que puedo hacerlo?” (Mt. 9, 28), y también respondía “que suceda según tu fe” (Mt. 9,29; Mt 8,13).
Ante esta realidad, podríamos preguntarnos ¿por qué pareciera que Jesús limita su obrar a la medida de nuestra fe?, ¿es que no puede obrar de otra manera? Al respecto, San Agustín tenía una frase muy importante “el Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti”. Es necesario entender que Dios está a cargo de todo en toda circunstancia, momento y lugar y en esa medida obtendremos un mayor abandono en las situaciones difíciles.
Junto con la virtud de la prudencia, el abandono parece ser un complemento importante a esta virtud en los momentos difíciles, donde necesitamos aferrarnos más a Dios.
Racionaliza tus miedos
A nivel psicológico, ante situaciones difíciles se activará el mecanismo del miedo que busca protegernos del mal. Usualmente, cuando tenemos miedo nos paralizamos interiormente, por eso se hace difícil tomar decisiones, sentimos que el camino se cierra, el panorama se torna oscuro. Por eso, siempre recomiendo a mis pacientes: Racionaliza tus miedos, pensemos ¿esto que pienso es real? ¿De verdad puede pasar todo esto que creo que puede pasar? ¿Qué es lo peor de que suceda esto? Así, podremos poco a poco ir comprendiendo que sufrimos más por lo que creemos que puede ocurrir, que por lo que finalmente ocurre.
No pretendas controlar todo
La idolatría de control nos hace creer que estamos solos en el mundo y que todo depende de nosotros. Si pretendemos controlar todo terminaremos por agobiarnos al darnos cuenta que no podemos abarcar todo cuanto pueda ocurrir.
Este afán conduce a excluir a Dios, a darle poco lugar a la gracia y a la acción creativa del Espíritu Santo. Por eso Dios es desplazado y entramos nosotros mismos a querer ocupar su lugar. Necesitamos comprender que, si somos fieles a Dios en primer lugar, Él suplirá con su gracia lo que nos falte. Y si nos equivocamos, nos conducirá siempre de nuevo al camino correcto, pues Dios no pierde a ninguna de sus ovejas.
En conclusión, tomar decisiones en un momento difícil requiere una actitud de apertura, para poder entrar en un mayor diálogo con Dios y los demás. Los miedos y querer tomar el control siempre serán una tentación que nos conducirán a encerrarnos en nosotros mismos. Para combatir estas tendencias, debemos orar, buscar apoyo en personas sabias y asimismo cultivar acciones de abandono. De esta forma nos abrimos en paz, sabiendo que Dios es quien está a cargo de nosotros en todo momento.
Escrito por: Isa & Gary, creadores de Volver a lo esencial, psicólogos y próximamente esposos, vía amafuerte.com
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