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Compartimos varios consejos que tienen por objetivo que los que estén atrapados por la pornografía la dejen y puedan optar por el amor.

Los datos sobre el consumo de pornografía en los jóvenes y adolescentes son alarmantes. Según el sitio Save The Children, los adolescentes:

«Comienzan a ver pornografía por primera vez a los 12 años y casi 7 de cada 10 (68,2%) consumen estos contenidos sexuales de forma frecuente.

Este consumo se produce en la intimidad (93,9%), a través del teléfono móvil, y se centra en contenidos gratuitos online (98,5%), basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad».

 

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El consumo de pornografía es una realidad que debe llevarnos a la acción

No podemos quedarnos tranquilos cuando tantas chicas y chicos se pierden en un mundo sin final y caen en el consumo adictivo de material pornográfico.

Pensando en esta realidad hace unos días, escuché un podcast donde entrevistaron a Karen Pe, co-fundadora de The Hidden Battle, un grupo que busca ayudar y orientar a las personas a sacar la pornografía de sus vidas.

Al final de la entrevista daba algunos consejos prácticos para dejar este estilo de vida y apostar por el amor verdadero. Me pareció importante compartirlos con ustedes porque quizá les ayude en su propia batalla.

Añadí mucho de mi cosecha, pero creo que lo esencial se mantiene. Estoy seguro que, si los lees y practicas, pueden ayudarte a ti o a tus cercanos a luchar con fuerza contra la pornografía, una de las adicciones más grandes de nuestro tiempo.

 

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Evita dialogar con la pornografía, ciérrale puertas

Lo primero que hay que hacer es alejar toda página web, aplicación o grupo de WhatsApp donde tengas acceso a la pornografía. Hay una frase que se dice contra el demonio que bien podemos aplicarla a esta situación: «con la pornografía no se dialoga».

Jamás dialogar con la tentación de ver y/o buscar material pornográfico. Por eso muy recomendable bloquear las páginas web donde encuentras este tipo de material.

Instalar inhibidores de publicidad en tu navegador para evitar que se abra algún «pop-up» sin tu autorización (recomiendo
AdBlock Plus), silenciar o salirte de los grupos de mensajería donde te llega el contenido, etc.

Hay muchas acciones pequeñas que te pueden dar fuerza para continuar este camino contra la pornografía. Cerrarle las puertas a este hábito es lo primero que debes hacer para triunfar en la batalla.

¡Pero ojo, no olvides que jamás debes dialogar con la pornografía! «Sean sobrios y vigilen, porque su adversario, el diablo, como un león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resístanle firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos dispersos por el mundo soportan los mismos padecimientos» (1 Pedro 5:8-9).

 

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Selecciona la música que escuchas, series o películas que ves

Un día, hablando sobre las series de TV con un chico, me dijo: «Hermano, yo creo que podemos ver cualquier cosa pero con madurez, por eso yo veo lo que veo sin culpabilidad».

Aunque la frase tiene cierta verdad, me di cuenta que al final puede ser la excusa para verlo todo sin sentir culpa. Pero siendo realistas, sabemos que estamos hechos de carne y tendemos a caer en los mismos vicios siempre.

Por eso, un excelente medio para dejar la pornografía, es revisar las series y películas que ves. Hoy contamos con
series de todos los niveles, y a veces son exageradas las escenas sexuales que hay en ellas.

Evita ver este contenido para no llenar tu memoria de situaciones e imágenes que te lleven a buscar pornografía después. Otro tema importante en este punto es la música, y es que el reguetón a veces es «pornografía escuchada».

Hay de todo en la música, pero por lo general las letras de las canciones hablan de situaciones sexuales explícitas y ni siquiera
dan pie a imaginarse cosas, te lo dicen todo y con ritmo pegajoso, además.

Por eso algo muy inteligente es poner filtro en lo que ves y escuchas, así te aseguro que será más fácil vencer la batalla contra la pornografía.

«La lámpara del cuerpo es el ojo. Por eso, si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado. Pero si tu ojo es malicioso, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Y si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡qué grande será la oscuridad!» (Mateo 6:22-23).

 

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Haz deporte y ejercicio cotidianamente

Una de las causas por las que se consume pornografía suele ser la tensión o el estrés, por eso es muy importante añadir a tu vida el ejercicio físico.

Puedes reunirte con amigos y practicar algún deporte, o quizás implementar una rutina de acondicionamiento físico personal que te ayude a canalizar tus energías y tensiones en una actividad noble que incluso ayuda a mejorar tu propia salud.

Hay un dicho latino al respecto: «mens sana in corpore sano», que en español se traduce como «mente sana en un cuerpo sano», esto nos enseña que para cultivar virtudes y crecer espiritualmente es necesario tener un cuerpo sano.

Para quienes son más sedentarios, hacer ejercicio puede ser algo difícil de cumplir, por eso necesitarás crear el hábito, ayudarte de amigos que te inviten a hacer deporte, solo no podrás.

Existen aplicaciones de acondicionamiento muscular que tienen rutinas diversas para cada día de la semana, también hay muchos tutoriales en YouTube sobre esto, etc.

Utiliza todos los medios a tu alcance para que el ejercicio físico esté presente todos los días de tu vida. Aunque sea media hora por la mañana antes de bañarte o por la noche antes de dormir.

Busca tu mejor momento y trota, camina, corre. Lo importante es gastar las energías del día o canalizar tu estrés en el ejercicio, que tanto bien hace para tu salud.

«Háganlo todo sin murmuraciones ni discusiones, para que lleguen a ser irreprochables y sencillos… porque no habré corrido en vano ni en vano habré trabajado» (Filipenses 2:14.16).

 

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Ten una vida espiritual activa

Esto ayuda a superar cualquier adicción o vicio que tengas en tu vida. Y es que solos no podemos, necesitamos de la fuerza del Espíritu Santo para salir adelante en nuestros buenos propósitos.

La vida espiritual activa no solo se traduce en actos de piedad como son el rezar el rosario diario, leer libros espirituales, dejarte acompañar por un director espiritual o asistir a Misa los domingos.

Sino también abrir tu corazón a la gracia de Dios, estar dispuesto a encontrarte con Él, aceptarlo como el Rey de tu vida. Esto último es más difícil, pero te aseguro que será fortaleza real en medio de tu luchas y dificultades.

Estar cerca de Dios, en unión con Él, nos da la paz interior donde podemos sembrar las virtudes que queremos. Necesitamos de Dios y Él quiere estar presente en nuestras vidas.

Búscalo con un corazón sincero y te aseguro que lo vas a encontrar. Una vida espiritual activa, vivida al máximo, disfrutada al máximo, será el aire que te permitirá seguir en la batalla por dejar la pornografía a un lado y optar por el amor verdadero.

«Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes. Limpien sus manos, pecadores, y purifiquen sus corazones, hombres vacilantes. Reconozcan su miseria, aflíjanse y lloren» (Santiago 4:8-9).

 

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Conócete a ti mismo: sabes a qué hora y cómo se desencadena

Los griegos prácticamente reducían la sabiduría del hombre a una frase: «Conócete a ti mismo». En esto está la verdadera ciencia del ser humano, en conocerse profundamente en todos sus niveles.

Tú sabes que 2 + 2 son 4, entonces sabes también que si estás solo y además tienes los medios, quizá vas a caer en el consumo de pornografía. No puedes engañarte, te conoces y sabes en qué momentos eres más débil.

Sabes muy bien cuáles son las situaciones que desencadenan que veas este tipo de material: mal humor, problemas, dificultades, tensiones, estrés, conversaciones, mensajes, series, música, etc.

Evitando las situaciones de peligro evitarás el consumo de pornografía. Pero debes ser muy sincero para poder identificar lo que hace que caigas en lo mismo siempre, no puedes engañarte a ti mismo.

Y una vez que sabes bien cuáles son las ocasiones que te llevan a la pornografía, puedes adelantarte y luchar con tácticas. Si conocemos cómo actúa nuestro adversario, podemos atacarle con mayor precisión.

«Señor, Tú me examinas y me conoces. Tú sabes cuándo me siento y me levanto. Penetras desde lejos mis pensamientos… Examíname, Dios mío, y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis pensamientos» (Salmo 138 (139):1-2.23).

 

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Ve a las personas en clave de amor

Nuestra vida debe ser vivir para el amor, pero para el amor verdadero. El consumo de pornografía puede hacerte ver a los demás como cosas y no en su dignidad de personas amadas que merecen amor sincero.

Los productores, actores y distribuidores de pornografía también tienen en sus corazones el anhelo profundo de sentirse amados de verdad, y tú puedes escoger amarles si dejas de consumir sus contenidos.

Si dejas de verles en clave sexual y reconoces que también son dignos de respeto. Ver a los demás en clave de amor significa no utilizar a las personas para el propio beneficio, sino abrir el corazón para un encuentro profundo.

Al final de la vida nos examinarán en el amor, repetía san Juan de la Cruz, y esto es muy cierto. ¿Cuánto hemos amado a los demás?

El amor sobre todo es una elección, no es simplemente sentir bonito y estar prendado de otra persona, es elegir aceptar al otro como es, es darle un lugar en tu interior, es abrirte a otra persona con todas sus virtudes y defectos, es donación completa y total.

Al final de todo te darás cuenta que lo que importa es amar y ser amado, lo demás es pintura y barniz. Si amas podrás vivir con un corazón gigante abierto a todos, donde los demás se sientan a gusto.

Elegir amar es la mejor arma que tenemos para derrotar la pornografía que invade este mundo.

«Amémonos unos a otros, porque el amor procede de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios, y conoce a Dios… Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor alcanza en nosotros la perfección» (1 Juan 4: 7.12).

Dejar la pornografía traerá muchos beneficios a tu vida, te hará una persona más profunda, más espiritual, más auténtica y sobre todo más libre.

Dejarás la esclavitud de la pornografía por la libertad de los hijos de Dios. ¡Ánimo, no estás solo en esta lucha!

 

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Escrito por: H. Edgar Henríquez Carrasco, vía Catholic-Link.

 

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