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Tener una relación sana alejada de la toxicidad es complicado pero no imposible. Compartimos contigo 4 consejos para lograrlo.

El noviazgo es un viaje emocionante que involucra crecimiento personal, trabajo en equipo y compromiso mutuo. Mantener una relación sana y sólida requiere esfuerzo, comunicación efectiva y un entendimiento profundo entre ambas partes.

En esta etapa hay mucho por aprender, descubrirse y seguir conociéndose. Para nosotros, el camino no fue fácil, pero lo que marcó la diferencia fue reconocer que no íbamos solos. Sufrimos muchos obstáculos, perdimos y ganamos en muchos momentos, pero nada nos quitó el anhelo que Dios había puesto en nuestro corazón de la vocación al matrimonio.

 

 

Claves para lograr una relación sana

Hoy compartimos con ustedes cuatro claves fundamentales que pueden ayudar a cultivar y mantener un noviazgo sano, una relación sana:

Comunicación transparente y empática

La comunicación es la base de cualquier relación. Ser honesto, claro y directo con tu pareja es esencial. La habilidad de expresar tus pensamientos, emociones y preocupaciones de manera respetuosa, así como la disposición para escuchar activamente a tu pareja fortalece la conexión.

La empatía desempeña un papel crucial. Esta consiste en ponerse en el lugar del otro para comprender sus sentimientos. Esto no es fácil, pues ambos vienen de familias y realidades completamente distintas. El esfuerzo por ser empático fomenta la comprensión mutua.

 

 

Vivir en Castidad

En su numeral 2350, el Catecismo dice: «Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios.

Para las parejas que realmente se aman, el noviazgo es un tiempo que prepara algo muy grande y santo: el matrimonio y la familia. No debe vivirse a la ligera, con actitudes vanas de búsqueda de placer y diversión.

Por el contrario, los novios deben de entender que su noviazgo es como el Seminario que prepara a los que van a ser sacerdotes; o como el Noviciado, que forma a las personas que han sido llamadas por Dios para consagrarse a Él en la vida religiosa. Vivir esta virtud dota a la persona de solidez en su voluntad y de dominio en sí mismo.

Vivir los sacramentos

En esta etapa —y también en todas las demás— estamos llamados a vivir los sacramentos. Como preparación para el matrimonio, en el noviazgo es realmente importante poner como prioridad la relación con Dios.

Vivir la Eucarística y la reconciliación en todo momento ayudará a que, como novios, no perdamos el norte, no olvidemos hacia dónde vamos, y no cambiemos la santidad por bienes terrenales. Habrá muchos obstáculos, muchas dudas, muchos miedos, pero si tienen el norte bien puesto, por más que pase un gran ventarrón, ambos se mantendrán sólidos en su decisión de seguir caminando juntos al matrimonio. Recordemos que solo con nuestras fuerzas no podremos.

Formación

Para todos nosotros es importante ir a la universidad para formarnos y ser los mejores administradores, ingenieros, contadores, doctores, etcétera. Siguiendo este espíritu, también tenemos que priorizar la formación durante el noviazgo.

Esta formación se puede llevar a cabo de diversas maneras: leyendo libros sobre el noviazgo, matrimonio y familia, viviendo retiros de pareja, teniendo un acompañamiento espiritual, charlas, jornadas de pareja, viviendo en comunidad para ver y escuchar cómo viven otros matrimonios, preguntando, meditando el Evangelio del día, etcétera.

En el matrimonio estamos llamados a donarnos mutuamente. Somos únicos e irrepetibles, y merecemos vivir en libertad y no atados a lo que el mundo dice. Por eso, vivir un noviazgo como nos lo pide Cristo es ir a contracorriente. No siempre es fácil, pero recuerda que lo que empieza mal, muy probablemente termine mal.

 

 

Escrito por: Lorena y Diego, vía amafuerte.com

 

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