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A no ser que deseemos quedar sepultados en nuestra propia basura, debemos dejar de utilizar tanto plástico.

La estadística es espeluznante: la mitad del plástico que ha existido se ha fabricado en los últimos 13 años.

El ecologista industrial Roland Geyer y su equipo de investigación han publicado el primer informe exhaustivo sobre todo el plástico que se ha fabricado en el todo el mundo y es mucho. El número es tan grande que desafía a la comprensión humana: 8.300 millones de toneladas métricas desde 1950. De este total, 6.400 millones han dejado de ser útiles y se han convertido en basura. El 79% de estos residuos se encuentran en vertederos o el medio natural, el 12% se ha quemado y solo el 9% se ha reciclado.

El bajo porcentaje de reciclaje de plástico no se debe necesariamente a una negligencia por parte de los consumidores, sino a la gran dificultad para reciclarlo. Normalmente es más difícil reciclar de forma fiable que simplemente fabricar plástico nuevo, y puesto que el plástico dura para siempre, el más antiguo se acumula.

El plástico no se acumula simplemente sin causar daños. La mayoría filtra sustancias químicas con propiedades semejantes a las hormonas que provocan un efecto nocivo para la salud humana y unas consecuencias catastróficas para el medio ambiente, desde la contaminación de aguas subterráneas, hasta la conversión de peces macho en peces hembra.

El uso del plástico está tan extendido, y es un material tan útil, que resulta improbable poder revertir esta tendencia en un futuro próximo. Pero, como todo, la demanda controla la oferta. Como mínimo, podemos empezar a ser conscientes de nuestro propio consumo.

Materiales alternativos

Por supuesto, existen grandes alternativas al plástico que consumimos de forma diaria, desde las tradicionales jarras de cristal, los biberones de acero inoxidable y los vasitos con boca de silicona. Más allá de las alternativas para la cocina, muchas empresas ahora ofrecen calculadoras o teclados de bambú para ayudar a poner fin a nuestra dependencia al plástico.

Lo que esté en nuestras manos

Es cierto, no todos podemos pagar un teclado de bambú, pero cualquier cambio por pequeño que sea en el consumo de plástico en el hogar puede suponer una gran diferencia. Y, a menos que deseemos quedar sepultados bajo nuestra propia basura, es un cambio que todos debemos hacer.

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