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Te invitamos a leer y compartir esta nueva crítica a una interesante película La Sustancia, que trata sobre la «belleza».

La Sustancia: ¿La belleza debe de doler?

¿Qué estarías dispuesto a hacer para no envejecer? Nos preguntamos al final, pero no sin antes ‘Tú, pero mejor en todos los sentidos’ es la promesa y premisa que nos hace La Sustancia (2024) que toca violentamente la fibra más sensible del espectáculo.

La película dirigida por la cineasta francesa Coralie Fargeat, en la cual tuvo su presentación oficial en el Festival de Cannes de este año, donde entró a competir por el Gran Premio del Jurado y Mejor Guión, que se aproxima al estilo cinematográfico que nos tiene acostumbrados David Cronenberg.

El largo paseo de la fama del boulevard de Hollywood plegado de estrellas con los nombre de famosos adheridos en sus pisos, la gente camina a lado o sobre ellos, los ensucian, envejecen y se dañan, quizás los reparan pero, ¿Y la gente se acuerda? Tal vez sólo con su muerte. Así es el destino de toda persona, incluso cuando son parte de la industria del cine o de la música. Lidiar con el olvido.

La primera escena de La Sustancia es aquella, una estrella con el nombre de la que fue una actriz querida. Con ello la directora nos introduce simbólicamente a una realidad tan cruda, dura, y difícil de ver que llega a lo inexplicable.

 

 

Conociendo la trama de La Sustancia

La Sustancia narra la historia de una retirada actriz de cine y ahora una envejecida estrella de aeróbicos televisivos, Elizabeth Sparkle, interpretada de una forma impactante y soberbia por (Demi Moore).

Por el bajo rating del programa y el accidente de tránsito que la mantuvo inactiva, su excéntrico y déspota jefe, Harvey, (Dennis Quaid), la despide de su trabajo porque ya no la considera atractiva y popular. Este hecho despierta en ella una frustración y fascinación por su apariencia. Por su temor al rechazo se inclina a buscar en un mercado negro una ‘Sustancia’ para rejuvenecer, sin embargo todo el plan se sale de control y conoce de una forma perturbadora a su ‘YO más joven’, Sue, protagonizada por una espléndida Margaret Qualley, que se obsesiona por la fama.

La lucha entre ambas crece y se incrementa en escenarios inimaginables donde da lugar a la envidia, celos, miedo y codicia por el reconocimiento y poder. Todo un cóctel de decadencia en la cual se sumerge gran parte del celuloide de Hollywood.

Fargeat desarrolla una historia ligada a la fantasía carnal y visceral hacia la apariencia del otro, recalcando en los pensamientos insanos como motor para sobresalir por encima de los demás y conservar el estatus y tristemente el trabajo.

No es un conflicto ajeno, el ideal del concepto de belleza y sus implicaciones con tratamientos para rejuvenecer es cuestionable y nos acerca con la historia. Es decir, no hay mujer en el mundo que no se haya realizado un procedimiento natural para ocultar las líneas de expresión, y otra gran parte que lo lleva a lo extremo y obsesivo con cirugías, inyecciones, pastillas, etc.

Hay una crítica potente sobre la cosificación al cuerpo femenino y todo lo que tiene que hacer una mujer para ‘verse bien’ y que sea ‘apetecible’ frente a la mirada masculina cueste lo que cueste. Lo vemos reflejado de una acertada manera al personaje de Harvey, un hombre sin escrúpulo que solo le interesa el dinero y los placeres.

La palabra delirante y retorcida cabe a la perfección para mencionar La Sustancia, toca la fina línea de las adicciones y sus consecuencias, pero también de lo aislada y vacía que se puede encontrar una persona que busca satisfacer sus carencias superficiales e inseguridad extrema.

Coralie Fargeat hace uso del subgénero de terror -horror corporal- y gore recalcando sus raíces francesas para crear un baño de sangre digno, donde su ‘explosión’ es un disgusto y rechazo contra la sociedad. La fotografía es abrumadora con un ritmo acelerado entre cambios de escenas. El uso del color rojizo vibrante acentúa la deshumanización de sus personajes. La estructura en sí de los encuadres, amplios con la vista de la ciudad de los Ángeles desde su habitación, para luego pasar a primeros planos y detalles entre miradas, cuerpos e histerías, creando junto al sonido esa idea de psicosis (miedo a enloquecer).

 

 

Narrativa y discurso

La narrativa de la película se cuenta de una buena manera, es directa y sincera. Se acuerdan del refrán, ¿La belleza duele? Bueno, es la esencia y en otras palabras la sustancia que se inyecta es la base del argumento.

El discurso que nos regala Fargeat es claro e incluye tanto a estrellas del espectáculo hasta nosotros mismos, todos podemos caer en la red de los tratamientos de belleza, pero está en cada quien verse al espejo, quererse y aceptarse tal cual es.

El hecho de que Demi Moore haya aceptado ser la protagonista toma más relevancia porque tuvo su momento de brillantez en los años 90’ e inicios de los 2000 sin embargo se fue alejando de a poco, similitud que tiene con su personaje Elizabeth Sparkle.

La reflexión sobre los excesos y la autodestrucción del querer seguir viéndose igual y que nadie te olvide, ambos son crueles y humanos pero como tal forma parte de la vida. ¡Bravo por Caroline Fargeat! sin duda está historia no sería igual si no fuera contado por una mujer.

Ficha técnica:

Título Original: La sustancia.

País: Estados Unidos, Francia.

Dirección y guión: Caroline Fargeat.

Año: 2024.

Género: Horror corporal, gore y ciencia ficción.

Protagonistas: Demi Moore, Margaret Qualley y Dennis Quaid.

 

 

Escrito por: Adriana Navas. IG: @cinem.ascope / Tiktok: @cinemascope.cine.ec

 

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