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Esta vez vamos a pensar y hablar no sólo en los que nosotros tenemos que cuidar, sino también en los que nos cuidaron. En el acto de cuidar como un acto de amor supremo. Alguna vez fueron nuestros hijos, hoy pueden ser nuestros padres, mañana podemos ser nosotros. Cuidar es un acto de amor. 

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Cuidar es un acto de empatía. por eso cuando las nuevas generaciones desprecian a la segunda mitad o a una edad más avanzada olvidan que alguna vez van a estar en ese lugar de la misma manera como olvidan de que alguna vez, fueron niños. La segunda mitad tiene muchísimos desafíos, por ejemplo, cuidar a nuestros padres. Hoy sabemos que una persona, por ejemplo, con deterioro cognitivo, tiene una expectativa de vida entre 10 y 12 años. Pero eso significa para nosotros un desafío de tiempo un desafío económico, un desafío emocional.

Cuidar a un padre o una madre que tiene algún tipo de deterioro significa para nosotros entregar parte de nuestra vida, entregar nuestros días y además, hacernos especialistas en algo que no conocemos con exactitud, que es el tema del cuidado y la protección del otro. No solo física, emocional sino, también, psicológica.

Un montón de veces hablamos acá sobre la importancia del cuidado psicológico del adulto mayor, pero también, es muy difícil también en esta época, porque no todos los adultos mayores son permeables a hablar con un extraño, para ellos un extraño que puede ser un terapeuta.

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Sin embargo, es muy importante la salud emocional y mental de un adulto mayor, mucho más si sufre algún tipo de enfermedad que pueda paralizarlo física o mentalmente. En el medio estamos nosotros los hijos de mediana edad, que los vemos envejecer su envejecimiento nos interpela, su muerte nos interpela. Y ese cuidado se llevan nuestros días, que se entremezclan con nuestro propio proceso, tal vez de tener que dejar de trabajar, tal vez de tener que dejar ir a nuestros hijos de nuestra casa, ese nido vacío entremezclado con una madre, un padre, al que le debemos un cuidado por amor o porque nos sentimos también responsables de ellos.

Eso significa, como decía antes, muchísimos desafíos de los que tenemos que aprender y de los que día a día tenemos que dar parte de nosotros. Por eso es importante estar tranquilos y bien parados ante esta posibilidad. Y, saber que hoy son ellos y mañana seremos nosotros.

Por lo cual, todo aquello que podamos dar desde el amor, nos prepara también para pisar mejor nuestra propia vejez, nos prepara para recibir. Vamos a llegar a edad en la que indefectiblemente vamos a necesitar del otro como lo necesitamos cuando éramos chicos; en realidad, siempre estamos necesitando del otro en todas las etapas de nuestra vida, no importa cuántos años tengamos solamente que en algunos casos es más emocional, en otros es más físico, en otros tenemos una necesidad de protección, o una necesidad de acompañamiento. Siempre necesitamos del otro. Por eso, como hablamos, es tan importante la actividad social y la actividad familiar.

Es importante que nosotros mismos podamos mantener nuestro ánimo y saber pisar esta segunda mitad con otro tipo de firmeza distinta a la que pisaron nuestros antepasados, que no estaban preparados para dar y recibir. Dar y recibir es parte natural de la vida y así debemos abrazarlo. Somos tribales. No lo olvides.

Diego Bernardini

info@lasegundamitad.org
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