Serie: «De papá a papá». El secreto para ser uno realmente bueno y por qué es importante trabajar en equipo. ¡Lee y comparte!
Aprender a transmitir la fe no es algo fácil. Más en un mundo que va perdiendo valores y donde los más jóvenes se encuentran expuestos a tanta información engañosa, en especial la ideología de género que distorsiona la fe y la misma identidad de las personas.
Entonces surge el interrogante ¿cómo ser un mejor padre y esposo? Es de conocimiento popular que santo Tomás Moro consideró hacerse sacerdote en una etapa temprana de su vida, pero a la final encontró con claridad que su vocación era la de convertirse en esposo y padre.
Y fue un papá santo, que hizo la vida de toda su familia algo realmente especial. Puedes escuchar una meditación sobre el aquí.
Santo Tomás Moro como ejemplo de papá
La alegría, la música y la risa llenaron la casa de los Moro, aunque a la vez se respiraba un ambiente profundamente espiritual.
De hecho, Tomás Moro fue famoso por su ingenio y su buen humor. Según cuenta su hija mayor, a ella y a sus hermanos a menudo les costaba saber si su padre hablaba en serio o les estaba haciendo una broma.
La fe no es amarga, ¡es todo lo contrario!
Otros hombres que quieren vivir a fondo su fe, pueden confundirse y pensar que la única manera de hacerlo es llevar una vida sombría o lúgubre.
Lo cierto es que la espiritualidad agria no solo produce negatividad en la actitud de los hijos, también en muchas ocasiones puede conducir a un rechazo total de la fe.
Santo Tomás Moro se esforzaba para que en su casa hubiera risas y que todos se sintieran bien. Con frecuencia llevaba mascotas a sus hijos con el fin de entretener a su familia: un mono, pájaros, comadrejas y otros animales.
Sí, un padre santo puede proporcionar abundante diversión a su familia. ¡Cualquier hombre que se sienta tentado a perder su equilibrio espiritual deslizándose hacia la rigurosidad o la tristeza, debería recordar el mono de Tomás Moro!
Consejos para padres católicos
En 10 Min con Jesús quisimos empezar una serie sobre consejos para padres católicos. Le llamamos «Masculinamente honestos. De papá a papá».
Queremos llevar a nuestros hijos al cielo de la mano de papá. No queremos ser rígidos, buscamos dar ideas prácticas a los padres para que sepan transmitir la fe en familia.
El secreto es: ¡ama a tu esposa!
La felicidad y autoestima de tus hijos es ver cómo mamá y papá se aman mientras compartes con tu familia. ¿Me comprometo a diario con quien elegí un día delante de Dios y ante los hombres?
Un principio bíblico importante: «Esposos, continúen amando a sus esposas… que cada uno de ustedes ame a su esposa tal como se ama a sí mismo» (Efesios 5 25-33).
A Theodore Hessburg, presidente de Notre Dame, se le atribuye la famosa cita: «Lo mejor que puede hacer un padre por sus hijos es amar a su madre».
Por supuesto, el amor implica dar pequeños detalles de cariño, como los son las flores, tarjetas y dulces, pero es mucho más.
La definición cristiana del amor real es «querer y trabajar por el bien de otro». Todos los días, debemos preguntarnos: ¿Qué puedo realizar para hacer la vida de mi esposa un poco más fácil, más agradable, más llena de gracia?
Luchar por vivir este principio sirve a la «Primera Directiva» de la disciplina cristiana: enseñar a nuestros hijos cómo tener relaciones adultas saludables con los demás y por supuesto, con Dios.
No podemos considerarnos católicos, hombres cristianos a menos que demos cada gota de energía que tenemos para amar. Es decir, trabajar por el bien del prójimo y en especial de las esposas e hijos.
Somos un equipo
En el matrimonio, los dos son un equipo y los dos ayudan a que las cosas salgan bien, el uno y el otro llevan las cargas de ambos.
Sinergia significa cooperación, y es un término de origen griego, synergía, que quiere decir «trabajando en conjunto». Se da cuando el total es superior a la suma de los resultados de cada parte actuando aisladamente. Se resume de manera muy simple con el aforismo «uno y uno hacen tres».
Cuando hay cooperación en el matrimonio las cosas funcionan mejor. La sensación de trabajar en equipo consigue que las almas se compenetren más. El agradecimiento nace con naturalidad y querer servir al otro se convierte en una necesidad.
Dios continuamente nos trae de regreso a casa al final del día para recordarnos que no hay nada más importante que aprender a amar a nuestro prójimo más cercano.
Nada más importante que ser perfeccionados por la obra del amor, sin la cual estaremos mal preparados para unirnos a la fiesta del amor en el banquete celestial.
Escrito por: Padre Juan Carlos Vásconez, vía Catholic-Link.
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