¿Necesitas argumentos para defender la vida desde todos los planos? Esta carta te los da todos. Para reflexionar y poner en práctica.
La Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano publicó un documento titulado: «Samaritanus Bonus» (Buen Samaritano, en el enlace la puedes leer completa), que consiste en una carta sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida.
Fue redactado con el ánimo de reafirmar el mensaje del Evangelio con respecto al valor y la dignidad de la persona humana en todo momento. Incluso en fases de enfermedad tan avanzada y además de proporcionar pautas pastorales concretas en relación a algunos temas que generan bastante inquietud.
En especial por todo lo que ha tenido que ver con la pandemia, como pueden ser la eutanasia, los cuidados paliativos, el ensañamiento terapéutico, entre otros.
¿Qué aportes nos hace la carta Samaritanus Bonus?
Revisando algunos medios de comunicación que hacían mención a este documento, pude notar que la carta Samaritanus Bonus se percibe solo como una promulgación a través de la cual «la Iglesia prohíbe la eutanasia». Como si a todo le dijéramos que «no», cuando en realidad luchamos por un sí mucho más trascendente.
Si bien es una idea que se queda corta y tiene mucho riesgo de distorsionarse y mal interpretarse, ciertamente desde la doctrina de la fe católica, la eutanasia así como el suicidio asistido son prácticas que van en contra de sus enseñanzas.
Enseñanzas que encuentran su fundamento en el Evangelio y en la revelación de Dios, que resaltan el valor supremo de la vida humana desde su concepción hasta el fin último y que consideran inmoral cualquier conducta que atente contra la vida.
Sin embargo, centrarse en que este documento es una manifestación más de los católicos para decir NO a la eutanasia conlleva a que se pierda toda la riqueza de esta carta. ¡Porque hay mucho qué decir, hay información valiosísima!
Esta carta desarrolla de manera amplia y contundente argumentos muy firmes para rescatar lo valiosa que es la persona. Incluso cuando pareciera que no tiene la posibilidad de curarse de una enfermedad grave o que no hay remedio desde el punto de vista científico o humano.
Un recurso invaluable para defender la dignidad de las personas
Les comparto que para mí, que soy médico especializado en cuidados paliativos, ha resultado muy iluminador e inspirador meditar y estudiar este texto.
Puedo decir orgullosamente que ser católico no es ser partidario de la prohibición, o de la vía del NO, que pareciera que nos resta libertad y que hace que para muchos la Iglesia luzca como opositora a la felicidad y a la libertad de las personas. Sino entender que estamos llamados desde nuestra a fe a un camino positivo, de libertad para la vida y para el amor.
Es el camino del «sí» de Cristo, del hágase de María, de tantos hermanos santos que han sido plenos viviendo este sendero liberador del «sí». Es decir, no es solo decir «no» a la eutanasia, «no» al suicidio asistido, es decir «sí» al cuidado dignificante y humanizante del enfermo, «sí» a los cuidados paliativos que no aceleran la muerte sin tampoco retrasarla.
«Sí» al ejemplo del Buen Samaritano, que lejos de ser indiferente y pasar de largo, se compadeció y se comprometió con aquel hombre que sufría en el borde del camino.
Es decirle «sí» a la unión de los sufrimientos y los dolores con Cristo, que también padeció y murió en la cruz. Es decir en todo caso «sí» al amor y a la compasión con los que, aunque gravemente enfermos no dejan de ser nuestros hermanos y personas como cada uno de nosotros, que merecen un trato digno y misericordioso.
Sin compasión, el que mira no se involucra
Les quiero compartir un fragmento de esta magnífica y renovadora enseñanza (que pueden leer completa aquí) y que me parece un recurso hermoso para luchar por la vida:
«El programa del Buen Samaritano es «un corazón que ve». Él «enseña que es necesario convertir la mirada del corazón, porque muchas veces los que miran no ven. ¿Por qué? Porque falta compasión. Sin compasión, el que mira no se involucra en lo que observa y pasa de largo, en cambio, el que tiene un corazón compasivo se conmueve y se involucra, se detiene y se ocupa de lo que sucede».
Este corazón ve dónde hay necesidad de amor y obra en consecuencia. Los ojos perciben en la debilidad una llamada de Dios a obrar, reconociendo en la vida humana el primer bien común de la sociedad».
Escrito por: Alvaro Díaz, vía Catholic-Link.
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