Indagaremos sobre qué causa la depresión y aún más importante, para qué se presenta en nuestra vida.
Resulta difícil imaginar a alguien que hoy en día no haya sufrido en algún momento de depresión. Aunque esto, para muchos es un misterio, solo los que logran transcenderla, encuentran una respuesta detrás de esta.
Reconocer la depresión depende de síntomas variados y particulares según cada persona. Sin embargo, todos se unen en una misma y oscura realidad: un pesimismo crónico y la incapacidad de moverse a través de lo cotidiano de la vida. Este complejo estado mental no distingue de edad, sexo o posición social, pero, ¿tiene algún propósito?
¿Para qué me deprimo?
Como seres biológicos que somos, todo síntoma es casi siempre la mejor adaptación posible de nuestro cuerpo a la presión del medio externo o interno con el fin de ayudarnos a gerenciar esta presión (de-presión). Esto es como una alerta que nuestro cuerpo nos envía diciéndonos que hay algo que tenemos que revisar.
Gracias a la depresión la persona puede regular el estrés, ocasionado por la presión interna. Este estrés está sobre todo inducido por el miedo, la inseguridad y a veces por la frustración. Un conflicto de emociones a nivel de nuestra psique nos provoca una incongruencia emocional. Ocasionando un desorden en lo que pensamos, sentimos y lo que hacemos, perdiendo la congruencia entre espíritu, mente y cuerpo.
No mantener todo dentro
A muchas personas les molesta hablar de que tienen o han tenido depresión por un gran temor a ser juzgados, o simplemente no lo dicen para evitar que sus familiares se preocupen.
En este estado emocional el miedo y la frustración son los grandes protagonistas. En mi caso, al transcender la depresión entendí que vivía un gran conflicto de identidad en el que dejé de “ser yo”. Esto implicó dejar de hacer lo que deseaba por complacer a quienes me rodeaban, encontrándome perdido, desorientado, con una gran tristeza y deseos de morir, pensando que así todos mis problemas desaparecerían.
Nosotros tenemos la respuesta
Entendí que, ceder nuestra voluntad es permitir que otro se adueñe de nuestra vida, lo que nos provoca una sensación de vacío, entre ser y no ser. Sí, hay que morir, pero no la muerte que muchos creen.
Morir es un sinónimo de transformación, de pasar a otro estado o nivel de conciencia. Nuestro yo puede morir muchas veces en una misma vida sin darnos cuenta. Como decían los maestros del Himalaya: “dichoso aquel hombre que muere cada noche y renace cada mañana”, lo que habla de nuestra capacidad de reinventarnos.
Si sufres de depresión solo hay que dar un paso, el paso más valiente de todos: pedir ayuda y comprometerse con uno mismo.
Por: Andrés Borbor C.
Psicólogo general
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