Organízate y ayuda a los demás.
Durante la Cuaresma, queremos quitar el énfasis en nosotros mismos y ponerlo en nuestra dependencia de Dios. La limosna (compartir bienes materiales con personas necesitadas) es uno de los tres “pilares” de la Cuaresma (los otros dos pilares son la oración y el ayuno).
Podemos dar de otras formas, además de dinero. Al donar cosas que no necesitamos de nuestro hogar, nos despegamos de lo material al tiempo que ayudamos a otros.
Aquí está el reto: durante los 40 días de Cuaresma, encuentra una cosa cada día que no necesites.
Acepta el reto
Para la mayoría de nosotros, debería ser tarea fácil. Desde algún elemento de la cocina hasta una chaqueta, una bici, algo que nunca llegamos a usar olvidado en un cajón… Revisen los armarios, los cajones, el sótano y hasta el garaje.
Encuentra a alguien a quien dárselo o algún lugar donde hacer la donación. Yo tengo una bolsa junto a la puerta donde guardo mis futuros donativos, excepto las cosas más grandes, claro.
Como recordatorio para mis niños más mayores, lo etiqueto como “40 cosas en 40 días” (todavía no había empezado la Cuaresma y ya teníamos como 10 o 12 artículos dentro… ¡algunos tenemos demasiadas cosas!).
Hay muchísimos lugares donde estas cosas pueden encontrar un buen uso. La mayoría de mis donativos van a una tienda de segunda mano que me encanta y que dirige una parroquia cerca de mi casa.
La tienda la gestionan unos voluntarios que revisan los donativos, los clasifican y les ponen un precio. Luego vienen otras personas que compran lo que necesiten por mucho menos de su precio original. El dinero sirve para ayudar a la parroquia. Seguro que conoces algún establecimiento similar en tu lugar de residencia.
Piensa en lugares que admitan donativos de artículos en buen estado: los centros de ayuda a embarazadas recogen artículos de maternidad y de bebé, como sillas de bebé, asientos para niños, cunas, etc.; los grupos de ayuda a veteranos de guerra a menudo recogen muebles y ropa; los centros de ayuda en parroquias normalmente recogen casi cualquier cosa, como vajillas, sábanas y toallas, ropa, juguetes, libros, artículos de deporte, todo en buenas condiciones.
Caritas, el Ejército de Salvación y la Sociedad San Vicente de Paúl aceptan la mayoría de los donativos. En ciertos casos y en algunos lugares, incluso recogen artículos de gran tamaño.
Al tiempo que limpiamos nuestros armarios, limpiamos también nuestras mentes. Mientras ordenamos podemos pensar en los menos afortunados y sentirnos agradecidos por nuestras bendiciones.
Del Catecismo de la Iglesia Católica, no. 2462: “La limosna hecha a los pobres es un testimonio de caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios”.
Vía Aleteia