«Tu papá no es Dios». Un video para descubrir la paternidad real de Dios (no la que fantaseamos).
Traductores católicos han publicado un pequeño video en el cual nos invitan a reflexionar sobre la paternidad real de Dios. ¡Te invito a verlo hasta el final!
Luego de ver el vídeo recordé a tantas personas que he escuchado decir precisamente que no comprenden a Dios como Padre, debido a sus malas experiencias paternas. A los malos recuerdos que desde la infancia tienen en relación con sus padres.
Un Dios que es Padre
El antiguo pueblo de Israel tenía la concepción de Dios como el todopoderoso, el guerrero, el que guía, el que protege… No es sino en Jesús que comenzamos a ver la Paternidad de Dios. En un primer momento con su Unigénito y luego, gracias a Él, con todos nosotros.
Descubrimos gracias a Jesús a un Padre misericordioso que ama a sus hijos y que no quiere más que el bien de cada uno de ellos, su felicidad.
Nuestro encuentro con Dios y la relación con Él siempre va a depender de la manera en la cual lo veamos, cómo lo percibimos y cómo busquemos conocerlo.
El Padre que Jesús nos ha anunciado es absolutamente amoroso y está siempre presto a darnos lo mejor. Es un Dios totalmente aterrizado a nuestra cotidianidad, que comprende, que escucha, que abraza, que acoge… es un Padre.
Pregúntate: ¿Cómo siento la paternidad de Dios en mi diario vivir?
Él ve a cada uno
Siempre me ha llamado la atención el tema de la visión en Dios; cómo comprender que Él nos ve y que viéndonos nos ama. Es algo bastante interesante.
Los Evangelios constantemente hablan de Jesús que mira con amor; que ve a los hombres y los llama a seguirle, que ve y siente compasión, que ve y llora, que ve y perdona, que ve…
Ese Jesús es el Hijo que también ve al Padre y que dice a Felipe que «quien lo ve a Él, ve al Padre».
Por tanto, Dios, además de ser un Padre que ve, es un Padre que se deja ver. ¿Eres consciente de la mirada del Padre en tu vida?, ¿lo ves presente y actuante en tu cotidianidad?
Dios empatiza y sufre contigo
Dios Padre es un Maestro por completo. Muchas personas podrán decir que sus padres no los comprenden, que no les apoyan, etc. Pero nadie puede decir que Dios no le escucha y que no siente compasión, pues hasta ha enviado a su Hijo amado para darnos vida nueva en Él.
Comprender que no sufrimos solos, que siempre tenemos su compañía, consuelo y apoyo, será un aliciente diario frente a las dificultades que se presentan y que en algunos momentos nos roban la paz.
Meditar en la imagen del hijo pródigo que se abraza a su padre es una herramienta inigualable para cimentar esta imagen en nuestras vidas, sabiendo que en todo momento tenemos a un Padre que se preocupa por cada uno y que está siempre dispuesto a recibirnos con los brazos abiertos.
Ahora, pregúntate: ¿Soy realmente consciente de la compañía del Padre en mi vida?, ¿cómo me esfuerzo en vivenciar mi filiación con el Padre?
Dios es un Padre como ninguno. Se interesa por todos y cada uno de sus hijos, diariamente bendice, guía y protege a los hombres. Y espera siempre para recibirlos en sus brazos con amor puro. Es por esto, que no podemos igualarlo a ningún otro tipo de paternidad, pues su modo es el del amor hasta el extremo.
Escrito por: P. Mauricio Montoya, vía Catholic-Link.
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