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Tener confianza en Dios es un acto de fe en que Él dará lo necesario a quien lo busque, pero en un descuido eso puede rayar en la irresponsabilidad.

¿Dios proveerá? Entre la confianza y la irresponsabilidad…

Nuestro Dios, en su infinita misericordia, da todo lo necesario al ser humano para su sustento, quien debe creerlo con suma confianza; sin embargo, la acción de la Divina Providencia requiere que la persona ponga de su parte y no suponga que le basta esperar que todo le caiga del cielo, cayendo en la irresponsabilidad.

 

 

Dios da a sus hijos libertad para actuar

Nuestro Señor y Creador, en su infinita bondad, da a sus hijos todo lo que requieren para su subsistencia corporal y espiritual:

«Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó» (CEC 302).
Cuida de sus criaturas y pide de ellas que confíen y se abandonen es sus manos:

«… Jesús pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos…» (CEC 305).

Sin embargo, requiere de ellos su «ayuda», es decir, que colaboren en la consecución de lo que piden para su sustento y el de los demás:

«Dios es el Señor soberano de su designio. Pero para su realización se sirve también del concurso de las criaturas. Esto no es un signo de debilidad, sino de la grandeza y bondad de Dios todopoderoso. Porque Dios no da solamente a sus criaturas la existencia, les da también la dignidad de actuar por sí mismas, de ser causas y principios unas de otras y de cooperar así a la realización de su designio».
(CEC 306)
Además, les permite hacer uso de su libertad:

Dios concede a los hombres incluso poder participar libremente en su providencia confiándoles la responsabilidad de «someter» la tierra y dominarla… (CEC 307).

 

 

El pecado de presunción

Queda claro que Dios quiere que el ser humano confíe el Él y se abandone a su providencia, pero hay que tener cuidado con este punto, porque eso no significa que podamos sentarnos a esperar que todo nos llegue sin esfuerzo.

Existe un antiguo dicho que reza «A Dios rogando y con el mazo dando», por eso creer que Dios nos mandará todo sin que movamos un dedo, raya en el pecado de presunción:

«Hay dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito)».
(CEC 2092)

Esperar todo de Dios sin trabajar para ello es abusar del amor de Dios. Es importante entender la responsabilidad que tenemos como cristianos de actuar con justicia, dando a cada quien lo que le corresponde, y en este caso, adorar, agradecer y servir a Dios en lo que nos pide para que Él se ocupe de nuestros asuntos.

Así, estaremos seguros de que, verdaderamente, todo se nos dará por añadidura (Mt 6, 33).

 

 

Escrito por: Mónica Muñoz, vía Aleteia.

 

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