Aunque hay expectativas de lo que diga el Sínodo de la Familia sobre los vueltos a casar y la Eucaristía, estos esposos creen que si eso produce rebeldía contra la Iglesia, es preferible que no se tomen decisiones.
“Siempre escuchamos: excomulgados, pecado, adulterio; solo decían cosas fuertes hacia nosotros”, recuerdan Carmita y Andrés Mata, una pareja de casados en nueva unión que hace 28 años no recibe la Eucaristía.
Conversar con ellos es conocer su dolor por no poder acercarse a este sacramento, pero también es percibir su confianza en la doctrina de la Iglesia, y su fidelidad a la voluntad de Dios.
Carmen y Andrés comparten su testimonio con otros matrimonios que están en la misma condición, para que, como ellos, puedan redescubrir el amor de Dios y reconciliarse con la Iglesia a través de un apostolado que ahora dirigen: “Camino a Nazaret”.
Un camino para perseverar
Se casaron civilmente alejados de su fe, por las restricciones que tenían. Pero las cosas cambiaron cuando fueron invitados a un programa de diez charlas sobre el amor familiar en la fe católica. “Nos quedamos fascinados y empezamos a estar más cerca de la Iglesia”, recuerda Carmita.
Damos testimonio en cursos prematrimoniales para demostrar que el divorcio encierra mucho dolor.
Su unión se fortaleció y los cambios empezaron a verse en casa, “porque desde el momento que la pareja está bien, los hijos están bien”. Terminado el programa, Carmita y Andrés lograron contactar a una pastoral de “casados en nueva unión” que funciona en Argentina desde hace 22 años y que tuvo la aprobación del arzobispo de aquel entonces, Jorge Mario Bergoglio.
Fue así como en septiembre del 2014, Camino a Nazareth inició su apostolado en Guayaquil, entregando un espacio donde parejas separadas que viven en nueva unión puedan perseverar como familias cristianas, compartiendo sus preocupaciones y dolores.
¿Matrimonios en rebeldía?
“Buscamos que estos matrimonios entiendan el amor de Dios, pese a las restricciones que tienen en la Iglesia”, sostiene Andrés. Él y su esposa han recibido a parejas con mucho sufrimiento y resentimiento hacia la Iglesia por el trato que recibieron.
Según estos esposos, muchos matrimonios católicos están en rebeldía con su religión porque no comprenden la razón que les impide comulgar o confesarse, pero también porque algunos fieles de la Iglesia les cerraron las puertas por ser divorciados. “¿Cómo le pides a un divorciado vuelto a casar que eduque a sus hijos en la religión católica y que los lleven a la Iglesia si hay quienes los excluyen?”
Por eso, la misión de Camino a Nazaret es reconciliar a estas parejas con la Iglesia, pues la doctrina no excluye a nadie.
Para Carmita y Andrés no recibir la comunión durante la Misa representa mucho dolor, pero ellos nos cuentan que hay otras formas de recibir a Cristo: “Nosotros participamos de una comunión espiritual, tenemos a Cristo en nuestro corazón y nos acompaña todo el tiempo”.
Además, pueden leer las lecturas durante la Misa, compartir a Dios con otras personas, participar de voluntariados y perseverar en la oración.
Expectativas del Sínodo de la Familia
Aunque hay muchas expectativas sobre las resoluciones que tome el Sínodo de la Familia para los divorciados vueltos a casar y la Eucaristía, ellos creen que si estas decisiones provocan que el mundo católico se rebele contra la Iglesia, es preferible que no se tomen. “Quienes estamos en Camino a Nazaret sabemos en qué condición estamos y lo aceptamos”, sostiene Andrés.
Carmita y su esposo continúan con su apostolado en Guayaquil formando familias que sigan el ejemplo de la familia de Nazaret, con una base sólida, reconciliados y alejados de las heridas, pero muy cercanos a la Iglesia.
¿Qué dice la Iglesia sobre divorciados vueltos a casar?Familiaris Cosortio n.84 La Iglesia, no puede abandonar a sí mismos a quienes -unidos ya con el vínculo matrimonial sacramental- han intentado pasar a nuevas nupcias. Se les exhorta a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad, a educar a los hijos en la fe cristiana. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza. Si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio. Actuando de este modo, la Iglesia profesa la propia fidelidad a Cristo y a su verdad; al mismo tiempo se comporta con espíritu materno hacia estos hijos suyos, especialmente hacia aquellos que inculpablemente han sido abandonados por su cónyuge legítimo. La Iglesia, está firmemente convencida de que también quienes se han alejado del mandato del Señor y viven en tal situación pueden obtener de Dios la gracia de la conversión y de la salvación si perseveran en la oración, en la penitencia y en la caridad. |
Para contactar a esta pastoral puedes escribir a: canecuador@gmail.com
Por: María José Tinoco
Editora
mtinoco@revistavive.com