Muchos sin duda hemos sufrido de una u otra manera en esta pandemia… incluso hemos padecido el fallecimiento de amigos y familiares y el duelo por ello.
“Nuestra mente está programada para escuchar 15 segundos y luego dar consejos, cuando lo que esa persona necesita es que estemos presentes y respetemos su dolor”, Emil Borja, Terapeuta Familiar y experto en Tanatología.
El duelo es necesario tanto en un fallecimiento repentino como en uno predecible por una enfermedad médica. Es un proceso largo, que difiere según el apego con la persona, y en que es indispensable el respeto y acompañamiento familiar. Este respeto implica tanto que la familia permita a la persona vivir su dolor cómo necesite vivirlo y lo dejen despedirse según sus creencias y costumbres religiosas.
La despedida
Con relación a la despedida, Borja explica que es necesario que la persona reubique a su familiar fallecido. Tanto los niños como los adultos conservan la imagen de su familiar enfermo en el hospital o sufriendo en la casa y es en el velorio o en la misa de despedida, en el caso de los creyentes, cuando ocurre esta reubicación y se ve al familiar ya en el cielo sin sufrimiento.
Es importante permitirles a los niños ir al velorio y dejarlos despedirse de su ser querido, más aún cuando se trata de un padre o de una madre. Con la pandemia, Borja ha tenido que trabajar con niños que no pudieron asistir al velorio. Explica que, para trabajar la despedida en estos casos, se les pregunta dónde está esa persona y cómo quieren despedirse de él/ella. Muchos niños dicen que su abuelito está en el cielo y que quieren mandarle una carta con un globo. Aquí es fundamental respetarles su fe y la forma de despedida.
Lo mismo ocurre con los adultos, y nuevamente se enfatiza en respetarle a la abuelita su deseo de ofrecer una misa a su cónyuge fallecido y dejarla vivir su duelo según sus costumbres y no por las nuestras ya más modernas. En este sentido, si la abuelita quiere un velorio tradicional y de negro, no hay que imponerle un velorio más alegre y liberal. Lo mismo ocurre con el hecho de permitirle a la abuelita llorar su perdida y si ya el duelo se prolonga mucho o se torna muy intenso, es recomendable buscar ayuda con un profesional.
Acompañamiento familiar
En el acompañamiento familiar es importante que la persona sienta que estamos para ellos, para apoyarlos y escuchar cómo se sienten. Que los dejamos expresar su dolor sin juzgarlos o aconsejarlos. A su vez, este apoyo familiar tiene que ser prudente para evitar que la persona se victimice y pueda así, hacerse cargo de sí misma. Se puede motivarlos o ayudarlos a plantearse un proyecto de vida. En el caso de mujeres jóvenes que han perdido al conyugue, Borja trabaja con un inventario personal para ayudarlas a identificar que recursos o habilidades tienen y cuales pueden empezar a utilizar.
Por último, es importante trabajar los pendientes. Fechas especiales cómo cumpleaños o aniversarios duelen más cuando sentimos que le debemos algo a esa persona. Para ayudar a un familiar a resolver sus pendientes, es importante primero ayudarlo a entender la realidad de que esta persona ya no va a poder recibir esto que le quiere dar, y tampoco tiene que ser el juez de sus futuras acciones. Lo que si puede hacer es trabajar con la familia que le queda, cuidar de ellos y resolver cualquier pendiente que se tenga.
Nuestro apoyo familiar no consiste en eliminar el dolor ni en hacer que la persona se olvide de alguien que tanto ha amado. Lo que buscamos es acompañarlos en este proceso, en el que va sanando de a poco. Más allá de aceptar esta pérdida se trata de aprender de ella, y recordar a esta persona con cariño y menos dolor.
Escrito por: Ruth Baquerizo.
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