Educar: ¿profesión noble pero ingrata?… ¿qué nos depara el nuevo decreto del Gobierno respecto a nuestro sistema educativo?
Hace pocos días el gobierno presentó un nuevo decreto que intenta reordenar, por decirlo de alguna manera, nuestro sistema educativo.
Más allá de que si lo que se propone es lo más adecuado o no o que si llegará a concretarse, me quedan interrogantes e inquietudes que, como educadora, quiero compartir con ustedes.
Apruebo que se busque alcanzar un orden y que tengan como ideal poder brindar educación a más niños y jóvenes en nuestro país, sin embargo creo firmemente que el problema está más allá de simplemente proponer leyes.
Nuestro país necesita educadores educados
A lo que tiene que apuntar el gobierno es a preparar a los maestros que están y estarán al frente de esos niños.
Quienes lideran la educación en nuestro país tienen una gran oportunidad en sus manos: el hacer bien las cosas y preocuparse por darle a los maestros todas las facilidades y herramientas para que se sientan seguros y confiados frente a sus alumnos, que se puedan comunicar de manera clara y sencilla utilizando un lenguaje apropiado, que se empoderen del significado de ser formadores, que se sientan orgullosos de ser parte de quienes forjan el futuro de nuestro país. Se deben revisar los salarios; muchas personas tienen vocación, ganas y deseos pero también necesitan aportar a sus hogares y el no contar con la tranquilidad de recibir su sueldo a tiempo es una gran limitante para incursionar en esta noble profesión.
En esto último, los colegios particulares lo tienen medio resuelto, porque al poder ofrecer un mayor incremento salarial y brindar la seguridad de que a fin de mes recibirán su pago justo, pueden acceder a profesionales más capacitados o en el último de los casos, capacitarlos de acuerdo a las necesidades que como institución puedan tener. Pero sabemos también que eso es una minoría, que los profesionales de la educación que están saliendo de las universidades necesitan una preparación más profunda.
No basta con aprender y conocer sobre las materias que van a impartir, eso no está en discusión, es fundamental, pero necesitamos que esos maestros también puedan desarrollar otras habilidades muy necesarias para la vida. Necesitamos que tengan inteligencia emocional, que ayuden a sus alumnos a crecer como seres humanos capaces de resolver problemas y ser empáticos y solidarios.
Materias dejadas de lado
Hace muchos años en los colegios se impartían materias como Cívica y Ètica. Materias utilizadas para enseñarnos a amar y respetar a nuestro país y a los símbolos patrios. Materias que nos indicaban cuáles eran los valores fundamentales para convertirnos en un ser humano de bien y mantenernos fieles a nuestras creencias. ¡Cuánta falta hacen en la actualidad!
Nos quejamos de que la juventud no tiene un sentido de pertenencia… pero ¿Cómo queremos que lo tengan si ya no saben ni qué se celebra en determinadas fechas? Lo único que saben es que tienen feriados y que ese día no se asiste al colegio.
Parece que nos hemos olvidado de que son personas en proceso de crecimiento y aprendizaje y que estos afectos se inculcan de la misma manera que se lo hace con otros afectos, sembrándolos día a día.
Los momentos cívicos, en algunos colegios tan olvidados, son espacios importantísimos para cultivar en sus corazones lo orgullosos que debemos sentirnos de ser ecuatorianos, espacios valiosísimos para recordar semanalmente fechas cívicas, para enseñar que cuando suena el Himno Nacional nos detenemos y lo entonamos.
Soluciones
Debemos buscar ecuatorianos que sean ejemplo de honradez, solidaridad y servicio comunitario, que les permitan creer que este país es un lugar seguro donde puedan quedarse y apostar por un futuro mejor.
Se habla de reformas en las leyes de educación que protejan más a los estudiantes, pero no hablamos de que necesitamos protegerlos porque los adultos que tienen como referentes no son un buen ejemplo a seguir.
Educar es una de las profesiones más nobles pero también de las más ingratas. En nuestro país no valoramos ni respetamos a los maestros. Nuestros gobernantes podrán invertir mucho tiempo y dinero en realizar cronogramas o en modificar leyes pero mientras no invierta en el material humano no avanzaremos. El mayor peligro para un país es un pueblo inculto, pero también lo es un pueblo insensible y sin valores.
Por favor Sr. Presidente invierta en educación, es el mejor legado que podría dejar en su mandato y que lo haría ser recordado por siempre. ¡Aproveche la oportunidad!
Escrito por: Miriam Valdez de Cornejo, Licenciada en Ciencias de la Educación. Instagram: @mdecornejo
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