En las últimas semanas, han trascendido diversas noticias que dejan al descubierto los innegables problemas que acarrea el alquiler de vientres. Un niño rechazado por tener síndrome de Down, un japonés que alquiló 10 «vientres», una conductora de TV que rechazó a su hijo por temor a tener que asumir los costos de su crianza y una nota sobre el boom del mercado de alquiler de vientre en China son algunos ejemplos que ponen en evidencia una industria biotecnológica que cosifica al niño y a la mujer.
1) El rechazo de un niño con Síndrome de Down: la noticia más difundida corresponde a un matrimonio australiano que «alquiló» el vientre de una mujer de muy baja condición económica en Tailandia. La madre que dió a luz alega que ellos abandonaron a uno de los bebés que nació porque tiene síndrome de Down y una grave afección en el corazón. La pareja regresó a su país con la hermana gemela que no tenía ese síndrome. El contrato se habría firmado por 10.000 euros. Ahora hay una disputa para determinar qué fue lo que realmente sucedió.
2) Diez hijos por alquiler de vientre: Un japonés habría realizado en los últimos dos años diez contratos de alquiler de vientre en Tailandia, con diez madres contratadas como vientres de alquiler. Según la agencia EFE, la Policía investiga si este negocio de vientres de alquiler forma parte de una red de tráfico de personas.
3) Rechaza al hijo tenido por alquiler de vientre para no pagar su crianza: Una conocida conductora de televisión en Estados Unidos ha rechazado al hijo nacido por alquiler de vientre, afirmando que su marido quiere divorciarse de ella e iniciarle acciones para cobrar los costos de la crianza del niño. El niño nacido no es hijo biológico de la conductora, quien no quiere asumir la responsabilidad financiera de la maternidad. Ellos pagaron el alquiler de vientre y ahora la conductora quiere que un juez determine que el niño nacido no es su hijo.
4) El boom del mercado del alquiler de vientres en China: una nota de Ian Johnson y Cao Li en el New York Times del 2 de agosto de 2014 da cuenta del surgimiento de un mercado ilegal de subrogación (alquiler de vientres) en China, potenciado por crecientes problemas de infertilidad, la flexibilización de la política del hijo único y un imperativo cultural de tener hijos. Por u$s 240.000 se ofrecen hijos con el propio ADN, el sexo a elección y nacido de una mujer que vive cuidada pero cautiva en el área rural. Según expertos citados en la nota estarían naciendo más de 10.000 niños por año. Este mercado vincula parejas desesperadas por un hijo, con mujeres pobres desesperadas por dinero en un turbio mundo de intermediarios en línea, con clínicas privadas y costosos viajes al países extranjeros.
Estas noticias dejan en evidencia las inicuas consecuencias de la mercantilización de la transmisión de la vida que rodea a la industria de las tecnologías reproductivas y el alquiler de vientres. Mujeres pobres explotadas, niños abandonados por su discapacidad, padres que no quieren hacerse cargo de la crianza, búsqueda eugenésica de una descendencia perfecta, sospechas de trata de personas y la degradación de la vida humana considerada como mera mercancía. Un liberalismo radical asociado a la retirada del Estado de su deber de cuidar la vida, genera las condiciones para que se expanda este conjunto de injusticias que claman una respuesta integral y de fondo en resguardo de la inviolabilidad y la dignidad en la transmisión de la vida humana.
Por Jorge Nicolás Lafferriere
11 de agosto de 2014
Vía: Centro de Bioética