No es el destino el que forja tu historia de amor, eres tú.
Todos conocemos la famosa historia en la que dos almas gemelas se conocen, hay un clic instantáneo, no tienen más opción que enamorarse profundamente el uno del otro, y viven «felices para siempre» pues el destino los unió y los mantuvo juntos por la eternidad. Podemos reírnos, ya que suena ridículo; sin embargo, muchos crecemos con esa idea y, sin saberlo, seguimos creyendo que uno no puede evitar enamorarse y seguir amando sin esfuerzo ni dedicación.
En la mayoría de las relaciones no pasa mucho tiempo para que uno se percate de que toma más que un simple acto del destino para poder seguir diciendo con sinceridad: te amo. ¿Quién diría que una noción tan romántica fuera tan dañina? Estoy aquí para decir que aunque es romántica no es realista, y que no podemos dejar nuestra relación a la suerte, aunque sintamos que somos el uno para el otro. Es por eso, que el amar es una decisión diaria, uno decide enamorarse y aún más importante uno decide seguir amando.
1. Amar es un verbo
Lo decimos tanto que a veces fallamos en percibir que la palabra amar, no es un adjetivo sino un verbo que implica por definición, acción. Así que el amar no es una estampa o una simple descripción. Son los actos que conducen al sentimiento y no al contrario; no es pasivo y no viene por accidente; nosotros lo causamos.
2. Nuestras decisiones ayudan a nuestros sentimientos
A veces pensamos que nuestros sentimientos son independientes de lo que hacemos o pensamos. Sin embargo, lo que hacemos está directamente relacionado con lo que sentimos. Así que si queremos sentir amor, tenemos que dar amor con nuestras acciones y no esperar que caiga del cielo.
3. El destino no es inmune a nuestros deseos
La historia romántica indica que es el destino lo que nos lleva al amor. No obstante, independientemente si crees en el destino o no, éste no es inmune a lo que nosotros deseamos y lo que hacemos para que se lleve a cabo. Es decir, muchas veces no es el destino, sino nuestras acciones lo que determinan nuestro futuro, y el amor no es la excepción.
4. El amor no muere solo
He conocido a DEMASIADOS pacientes que llegan a mi oficina y me dicen que ya no aman a su pareja, que han dejado de amarla y no saben por qué. Les digo una cosa, con sus mínimas excepciones el amor NUNCA muere solo. Siempre se requiere de cierto nivel de apatía en la persona para que el sentimiento deje de ser, y la apatía en sí implica que no hay acción, por lo que entonces no sorprende que ya no exista el amor.
Así que no perdamos el tiempo en dejar que el amor se nos «escape» de las manos, pues de nosotros depende que se mantenga vivo y coleando. No dudes del potencial que tienen las simples y pequeñas acciones para que el amor siga vivo en tu relación. Tú forja tu destino y crea tu propia historia de amor: única, excepcional y muy tuya.
Vía: Familias.com