Se convirtió en una escena cotidiana porque cuando falta una persona real que los mire aceptan el contacto virtual.
Están sentados, miran al mundo suceder y frente a ellos está la tele: “la mejor niñera” que nunca antes había sido inventada. Esta, sin duda, es la compañera de las horas de comida. De las 15 veces que comen en los 5 días laborales de la semana, “la niñera” los acompaña fácilmente a 10 comidas. Y es que comer solos es un acto doloroso, así que mejor comer con la tele, a riesgo de no asimilar lo que comemos, a riesgo de engordar y de lo peor: no disfrutar de la comida y todo el aporte de sensaciones que ofrece a la familia.
En los últimos años la tele, esa opción de muchos chicos de lunes a viernes, ha sido reemplazada por el celular o la tableta. Esto es más grave porque no solo emboban, sino que aunque estén conectados con “todos”, al mismo tiempo no lo están con su familia.
Aquí vale la pena preguntarse: ¿Es habitual que los chicos coman con la tele, el teléfono o la tableta? Y dado el caso: ¿por qué sería habitual que esto suceda?
Permiten conectarse con “todos”, pero al mismo tiempo con ninguno de la familia.
Y es que no, ¡no debe ser habitual! Sin embargo, esta situación se convirtió en una escena cotidiana porque las personas necesitamos del contacto social, de hablar, de sentirnos acompañados. Ante la falta de una persona real que nos mire aceptamos este contacto virtual, que ya es tan difícil de evitar para los adultos, y mucho más para los adolescentes.
Frente a este cambio de la tele por el celular, ¿qué hacer? Estas pueden ser algunas opciones:
Escoge mínimo una comida al día para compartir y siempre dos comidas al día durante el fin de semana. La comida puede ser un sánduche, un jugo u otro alimento ligero que sirva como excusa para sentarse en la mesa.
Haz de las comidas momentos cálidos y cercanos. Los padres deben saber que, probablemente, al inicio hablarán entre ellos o hablarán esperando un sí o un no por respuesta, pero en cualquier momento el chico se abrirá y hablará de él.
Procura que participen en el proceso de la preparación de la comida: poniendo la mesa, recogiendo los platos e incluso dando sugerencias sobre qué preparar.
Pon como regla que al momento de la comida los celulares y equipos tecnológicos quedan fuera del encuentro. Esta regla debe ser aplicada para todos: padres e hijos.
Comienza por encuentros cortos que permitan que se tome el tiempo que la familia requiera. Éste dependerá del plato, su preparación e incluso del ánimo de quienes compartan.
¿Vale la pena hacer estos cambios? Claro que sí, estos momentos son los que nos permiten conocer a los chicos y dejarles conocernos, compartir y ser familia. Estos son los momentos de calidad que los chicos llevarán con ellos.
Haz el intento, actúa con amor y aprovecha el tiempo que tienes para ellos. ¡Salud! porque una copita de vino también se puede tomar.
Por Ma. del Carmen Rodrigo
Psicóloga Clínica
mariadelcarmenrodrigoh@gmail.com