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Estamos viviendo en una sociedad donde sea como sea se quieren imponer los derechos sexuales de los adolescentes, y acabar con la inocencia.

Mucho se habla de las altas tasas de embarazos adolescentes en Ecuador, pero al mismo tiempo se promueven los llamados derechos sexuales de los adolescentes hasta el punto de conseguir sentencias de la Corte Constitucional que cesan a los padres de familia en su autoridad tuitiva sobre sus hijos menores de edad, cuando «vulneran» dichos derechos.

Es el colmo de la incoherencia, que tuvo un reciente remate con otro fallo que reconoce el «consentimiento» del adolescente como relevante para determinar si se dio o no una violación.

 

 

Cultura que busca dejar de lado la inocencia

Pero esta columna no ahondará en los aspectos legales de esta tragedia, sino en cómo la cultura reinante en los medios y la sociedad está perjudicando a nuestros hijos.

En estos años hemos visto un incremento notable en películas y series cuyo público objetivo son los adolescentes y adultos jóvenes: historias típicamente centradas en relaciones sentimentales y experiencias alrededor de la vida de colegio.  Para listar algunas: Euphoria, The Kissing Booth, Pretty Little Liars, All the Bright Places, Riverdale, Sex Education o Gossip Girl.

Película tras película, serie tras serie vemos cómo los adolescentes representados por los medios llevan vidas de adultos, tanto en lo social como lo sexual, y se manejan con una seguridad propia de una persona de 30 años o más, sin mencionar que los actores escogidos claramente no son adolescentes.

Esto impone una enorme presión sobre los chicos, pues les grita que, aunque todavía no son adultos ante la ley, deben comportarse ya como tales.  Claro, con sentencias como las que hemos visto en nuestras cortes, hasta el Estado parece querer acabar con su inocencia y empujarlos a ser grandes ya mismo.

Esa presión significa -en sus mentes inmaduras- que no vivir como adultos es una debilidad o un fracaso, que están atrasados o desfasados y que es su culpa porque todos los demás van adelante.

 

 

Sexualizar y confundir

Los personajes que ven en esas series y películas viven vidas sexuales activas totalmente romantizadas, idealizadas, sin enfermedades ni embarazos no deseados, sin sentimientos de culpa o vergüenza, como sucede en la vida real, según datos estadísticos y múltiples estudios.  Algunas de esas tramas hasta se atreven a normalizar relaciones de menores con adultos, a veces profesores.  Lo que en la práctica sería un delito, en la pantalla es un idilio.

Y los jóvenes están en franca desventaja: La corteza prefrontal, responsable por la regulación racional para el autoconocimiento y para considerar las consecuencias de largo plazo, no se desarrolla completamente hasta los 25 años aproximadamente.  El cerebro de un adolescente aún depende de su amígdala cerebral para tomar decisiones y esa está vinculada con la parte emocional -no la racional- del cerebro.

La cultura del mundo apela a esas emociones y les vende una mentira para robarles su inocencia.  Hollywood los quiere disfrutando de su sexualidad tan pronto como sea posible y la Educación Sexual Integral del colegio sólo les habla de sexo «seguro», jamás de auto control y abstinencia.  ¿Dónde estamos los padres en el rol de hablarles de afectividad, prudencia y dignidad?

 

 

Escrito por: Pablo Moysam D. Twitter: 
@pmoysam

 

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