Uno de los deberes principales de los padres es educar a sus hijos de la mejor manera posible, aunque esto resulte ser un gran reto.
La educación de los hijos es sin duda alguna uno de los retos más grandes e importantes que tiene cualquier matrimonio. Después del compromiso asumido ante el altar para vivir juntos hasta que la muerte los separe, la responsabilidad de formarlos es lo que sigue como consecuencia lógica.
Es tarea prioritaria en la que cumplen un rol protagonista. Las escuelas asumen la labor educativa como una responsabilidad subsidiaria. Hay muchos aspectos en la vida de los hijos, que, si los padres no se preocupan, el colegio nunca será capaz de llenar ese vacío.
¿Educar cómo y formar para qué a tus hijos?
La tarea que tienen los padres es la de alcanzar la autonomía de los hijos. Que se conozcan y sepan vivir el amor. Personas que aprendan a asumir las responsabilidades y compromisos de sus vidas, por sí mismos. Con madurez y encaminando su libertad hacia la Verdad y Bondad, buscando que sus vidas sean bellas. Como una obra de arte que refleja el Amor con el que Dios los ha querido vivos.
Por supuesto ese reto no es fácil, y exige de los progenitores mucho esfuerzo y dedicación. Lo cual, lejos de ser un sacrificio resignado, trae abundante alegría y felicidad, cuando vemos jóvenes que llegan a su adultez capaces de asumir los diferentes retos, con una actitud viril y dispuestos a hacer lo necesario para luchar – ellos mismos – por su felicidad.
El menosprecio de la disciplina y autoridad
Infelizmente, vemos como actualmente, la noción de la disciplina y el ejercicio de la autoridad que los padres deben ejercer se ven cada vez más minusvalorados ante una noción totalmente equivocada de la libertad que – supuestamente – merecen los hijos. Veamos esto con más detenimiento.
Por supuesto que los papás deben educar a los hijos para que vivan en un ámbito de libertad, pero esa educación no se opone absolutamente a la vivencia de la autoridad y disciplina, sin la cual es imposible una recta educación. Buscar que los chicos crezcan “libres” y descubran su camino sin ponerles ciertos parámetros que los orienten es una tarea totalmente inútil.
Al revés de lo que piensan muchos padres, poner parámetros claros y saber decir “no” cuando sea necesario, es algo fundamental puesto que los niños no nacen sabiendo hacer las cosas. Eso demanda, precisamente, autoridad y disciplina para que los hijos sepan qué hacer y experimenten el amor de los padres.
Obviamente, eso exige de los padres que estén presentes en la vida de sus hijos. No solamente darles tiempo o algunas cosas importantes, sino darse a sí mismos. Estar presente en sus vidas, hacer parte de sus vidas, y amarlos, haciendo todo sacrificio necesario.
Muchas veces ambos padres trabajan, llegan cansados y – con las justas – casi tienen fuerzas para jugar con los hijos. Bueno… es su responsabilidad. Así que tómense una buena ducha, prepárense un café cargado y vivan esa vocación que tienen de padres.
La opción más fácil para padres e hijos
Dicho esto, debo reconocer que no es tarea fácil y exige sacrificio, así como generosidad. ¡Nadie lo puede negar! Justamente por ese esfuerzo y sacrificio que conlleva, muchos padres sucumben – no pocas veces – a las conocidas “pantallas” que “facilitan” la educación y logran hacer desaparecer como por arte de magia los berrinches, falta de paciencia, así como encontrar un espacio de tranquilidad.
Es común – lo sabemos – que los hijos exigen atención, compromiso y dedicación, y, cuando más chicos, más lo demandan. Ese ejercicio de la paternidad implica una actitud de mucha caridad. Infelizmente, vivimos en un mundo que idolatra cada vez más el egoísmo e individualismo, por lo cual papás – no todos hay que decirlo – terminan por encerrarse en sus propios intereses, buscando ratos de descanso y un poco de diversión. Lo cual, en sí mismos no son algo malo, pero pueden ser si es que eso lleva a un olvido de su preocupación principal que es su relación conyugal, y luego la formación de los hijos.
Exhortación final
Admiro a las personas que optaron por el camino matrimonial, y que decidieron formar una familia. Es algo hermoso y merecen nuestro mayor respeto. Les exhorto nada más, que se cuestionen, y con la mano en el pecho se pregunten, si están haciendo sus mejores esfuerzos por entregarse amorosamente a la educación de los hijos, o se contentan dándoles cosas materiales, tales como las famosas “pantallas” que, aparentemente, los ayudan a ser chicos tranquilos. Pero… ¡a costa de su auténtica realización personal!
Escrito por: Pablo Perazzo, Máster en Educación.
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