Aunque sabemos lo importante y beneficioso que el descanso o el -me time- es para nosotras (reset), pocas veces nos damos el tiempo para practicarlo.
Quisiera compartir mi experiencia en este tema y en lo mucho que me ha beneficiado. Hace aproximadamente 3 años fui muy criticada porque decidí tener mis martesitos – “¿Cómo crees que sales con tus amigas si tienes tres niños chiquitos? – ¿Todos los martes sales? – ¿Qué sienten los niños? ¿Cómo le haces? – Yo jamás encuentro tiempo para salir – “¿Y los dejas solos con la niñera? – Pobres niños…”.
Ignorando cada comentario de ese tipo y desde entonces, he sentido una renovación semanal que no la cambio por nada, regreso a la casa cada martes con otra energía, motivada y lista para la semana; invertir unas horas en mí, me ha retribuido grandemente.
¿Qué hago esas horas? Generalmente salgo con mis amigas más cercanas, me salgo a leer en la tranquilidad de un café o escribo si me siento muy saturada… la magia de esto es que son horas en las que te permites hacer lo que tú quieras, cualquier cosa que te regrese paz, tranquilidad y bienestar: un reset.
Yo descubrí que a nadie le sobra tiempo, descubrí con algo de dolor, que nadie va a venir de la nada a decirme: “Sal un rato yo me encargo de todo, llevas mucho tiempo sin dormir”; Descubrí que esa responsabilidad es mía y de nadie más. Por otro lado, me di cuenta de que muchas de nosotras tenemos un chip que siempre nos ubica al final… simplemente no creía que fuera correcto darme un tiempo para mí cuando quizá la casa no estaba impecable (claro, pobre casa ¿Qué será de ella si se queda así?).
¿Por qué? ¿Por qué todo tiene que estar perfecto para merecer salir y darme un tiempo para mí?
Creo que el responsable de eso es ese CHIP, y las únicas que podemos apagarlo, somos nosotras.
Te invito a que al menos consideres la opción de tener unas horas semanales para ti y para hacer solo lo que tú quieras, alguna actividad que te regrese a tu estado zen y que en verdad disfrutes. No tiene que sobrarte tiempo, destruye al chip que nos ubica al final, porque la verdad, sí se puede.
¿Cómo?
Tú eres la encargada de separar al menos unas tres horas para ti, elige dependiendo de los horarios de tu familia, el día en que menos tengan clases extra tus hijos o el día que tu sientas menos pesado, recuerda que solo son unas horas, esas horas nunca jamás aparecerán solas, se esconden y cubren de pendientes, todos urgentes y complejos; además se requiere de cierto esfuerzo para encontrarlas.
Ejemplo: para mis martes tengo que adelantar la cena, las cosas de la escuela y algunos pendientes del día siguiente.
Equipo de soporte
Sobre todo si eres mamá, en mi caso contratamos una niñera y cuando mi esposo llega, él se hace cargo de los niños. Encuentra (e invierte) en ese apoyo.
Detecta y elige aquello que en verdad te gusta
No tiene caso salir por salir, lo importante es regresar renovada; conozco a personas que disfrutan ir al cine solas, un masaje, una clase de yoga o cocina, vino con amigas, etc.
Adiós culpa. Tardé, pero logré salir a despejarme sin esa culpa.
¿Y qué pasa con los niños?
No pasa nada. Los niños se quedan felices con una persona que los cuida y juega con ellos, al cabo de unas horas, me ven regresar contenta y lista para el round de cuentos para dormir.
Creo que muchas veces nos ponemos demasiado peso sobre nuestros hombros, somos jueces implacables, nos exigimos perfección y casi no nos perdonamos; cuando muchas veces damos todo de nosotras, somos las primeras en despertar y las últimas en dormir.
Escrito por: Nallely Galicia, vía Bolsa Rosa.
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