En los debates de la tercera parte del Instrumentum Laboris surgen muchas intervenciones sobre los divorciados vueltos a casar por lo civil y se subraya que la doctrina y la pastoral van juntas.
El Sínodo de los Obispos está debatiendo sobre la tercera parte del Instrumentum Laboris, “La misión de la familia hoy”, donde se encuentran algunos de los temas más delicados a propósito del acompañamiento de las familias en situaciones difíciles y de sufrimiento.
Tal y como se ha explicado en la rueda de prensa de este jueves, han sido un total de 93 intervenciones de padres sinodales. Y muchas de ellas han tratado precisamente de la situación de los divorciados vueltos a casar por lo civil que quieren acceder a la comunión.
Acompañando al padre Federico Lombardi, director de la oficina de prensa de la Santa Sede, estaban también los portavoces en las distintas lenguas: en español, el sacerdote Manuel Dorantes; en italiano el padre Bernard Hagenkord; en inglés, el padre Thomas Rosica; y Romilda Ferrauto, para el idioma francés.
Representado a los padres sinodales, hoy han participado monseñor Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla en México y monseñor Stanislaw Gadecki, presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia.
Según han explicado los varios portavoces, los padres sinodales han subrayado en sus intervenciones la defensa de la doctrina católica y que “la Iglesia no tiene autoridad ni poder para cambiar la Palabra de Dios”. Aunque también se ha observado que “la Iglesia no puede excluir permanentemente a personas de los sacramentos”. Al respecto, es aquí donde surge en las intervenciones la idea de la vía penitencial y el camino de discernimiento, recordando que los divorciados vueltos a casar por lo civil no están excomulgados y que en la vida de la Iglesia se puede participar de muchas formas.
Se ha recordado que “no hay que condenar a nadie porque la condena y el juicio es del Señor y no nuestro”.
Otro tema abordado en el debate fueron los matrimonios mixtos y con disparidad de culto y los retos que enfrenta estas parejas. Por ejemplo, se habló de mujeres católicas que se casan con musulmanes y se ven obligadas a vivir en una situación de poligamia. Del mismo modo, se reflexionó sobre el sufrimiento y la necesidad de dar consuelo a los matrimonios que no pueden tener hijos.
Para afrontar estas y muchas otras situaciones, se habló de la necesidad de una pastoral familiar concreta, no solo de organización de eventos puntuales.
Por su parte, monseñor Aguiar ha recordado que “el Sínodo no pretende tomar decisiones. Nuestras reflexiones quedan abiertas en las manos del Santo Padre”.
Monseñor Gadecki ha afirmado que “es necesario acompañar a los divorciados con amor y amistad para que se sientan amados por la Iglesia” al mismo tiempo que ha recordado que “es necesario el arrepentimiento y la aceptación de los propios errores e iniciar un nuevo camino”. Además, también ha asegurado que “no hay que condenar a nadie porque la condena y el juicio es del Señor y no nuestro”.
Asimismo, el prelado mexicano ha subrayado que “la doctrina y la pastoral van juntas. La pastoral es consecuencia de la doctrina”. El Señor –ha precisado– nos ha dicho que la salvación es para todos. También ha explicado que “no se trata de justificar situaciones anómalas sino de descubrir causas y situaciones y cómo acompañar pastoralmente”.
Igualmente, monseñor Gadecki ha asegurado que en el Sínodo hay gran acuerdo sobre que “no hay autoridad en el mundo que pueda borrar el vínculo de un matrimonio válido”.
Para concluir, monseñor Aguiar ha explicado que el Papa muestra con el Año Jubilar la actitud de la Iglesia de mostrar el amor misericordioso de Dios, un amor que tiene que llegar a todos de la mejor manera, un amor que se empiece a generar en el seno de una familia.
Por su parte, el portavoz Lombardi ha mencionado que se habló también sobre el motu proprio sobre el proceso sobre la nulidad matrimonial, en particular en relación con la formación de los agentes en campo jurídico. Asimismo, ha asegurado que hubo muchas propuestas y consejos pastorales concretos. Por ejemplo, uno de los padres sinodales «subrayó que en el Instrumentum Laboris se habla solo una vez de perdón, y es bastante poco».
Vía ZENIT