El verdadero éxito no conoce edad, sino a la perseverancia. Los llamados «tardíos» utilizan el conocimiento que han acumulado para superar barreras.
En las sociedades en las que los logros tempranos se consideran el indicador definitivo del éxito, es fácil sentirse eclipsado si no se alcanza el ritmo adecuado a una edad (muy) temprana. La cultura contemporánea tiende a dar prioridad al éxito rápido y apresurado, excluyendo las reflexiones más meditadas y maduras que se adquieren con la experiencia. Pero reconocer que empezar de nuevo o alcanzar hitos importantes en etapas posteriores de la vida es normal es un recordatorio vital de la importancia de la resiliencia, la paciencia y el crecimiento.
La cultura corporativa actual suele glorificar la exuberancia de la juventud y apoyar a quienes dejan su huella a temprana edad. Sin embargo, este enfoque puede eclipsar las trayectorias vitales de quienes encuentran su camino más tarde. Los que florecen tarde, como se los suele llamar (y un tanto equivocadamente), son individuos que logran importantes avances personales o profesionales más adelante en la vida. Sus historias nos recuerdan que el verdadero éxito no está ligado a la edad, sino a la perseverancia, la dedicación y la voluntad de aceptar nuevas oportunidades.
Con la edad viene la experiencia
La experiencia se adquiere a menudo a través de años de esfuerzos diversos y reflexión. Proporciona a las personas una perspectiva única de la que pueden carecer los colegas más jóvenes. Esta profundidad de comprensión puede fomentar soluciones y enfoques innovadores que pueden no ser evidentes en una etapa anterior. Los llamados «tardíos» utilizan su conocimiento acumulado para superar barreras de formas profundas e impactantes.
Pensemos en el artista que alcanza el reconocimiento recién en sus últimos años, o en el empresario que emprende una empresa exitosa después de décadas de carreras diversas. Sus logros no son signos de tardanza, sino más bien ejemplos de cómo la experiencia vivida y las lecciones aprendidas con el tiempo contribuyen a obtener resultados notables. Sus historias ilustran que nunca es demasiado tarde para marcar la diferencia.
Abrazando el potencial
Empezar de nuevo, independientemente de la edad, es normal y forma parte del crecimiento personal de todos. Es una muestra de valentía, de desafiar las expectativas sociales y de aceptar el potencial evolutivo de cada uno. En un mundo que a menudo equipara el éxito con los triunfos tempranos, el testimonio de quienes llegan tarde nos recuerda que el viaje en sí es valioso y que los avances pueden llegar en cualquier etapa de la vida.
Si te encuentras en un nuevo camino más tarde de lo esperado, abrázalo con confianza. Tu viaje no es una señal de estar atrasado, sino una celebración de la capacidad duradera de crecer y sobresalir.
Escrito por: Daniel Esparza, vía Aleteia.
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