Melissa y Francisco son ejemplos de superación, resiliencia y perseverancia. Demuestran que la única forma de vencer los desafíos es enfrentándolos. |
Melissa Cucalón
“Todos somos valiosos”
Su altura y su andar llaman la atención de más de uno a su paso. Es risueña y carismática. Sus manos inquietas sugieren algo de nerviosismo durante la entrevista; no obstante, es muy segura y consistente en los argumentos.
A simple vista, Melissa Cucalón no representa uno de aquellos estereotipos cinematográficos de chicas propensas al acoso estudiantil, también conocido como bullying. Sin embargo, durante su época de estudiante en el colegio recibió constantes acosos verbales y psicológicos. “Siempre he sido tímida. No soy buena (para el trato) con las persona y se me dificultaba relacionarme con mis compañeras”, dice.
Tras vivir 10 años en Estados Unidos, su familia regresó a Ecuador y en primer año del colegio empezó el bullying de sus compañeros. Esto generó una respuesta pasiva de su lado. “Me molestaban porque era alta, porque tenía orejas chiquitas y hasta porque cantaba bien. Nunca me defendí. Solían hablar mal de mí a mis espaldas, eran hipócritas y con el tiempo me empezaron a decir las cosas de frente. Llegué a pensar que algo en mí estaba mal”.
Ante el problema, Melissa prefirió ser tolerante y alejarse del grupo.
Con el paso del tiempo, una chica jaqueó su cuenta de Messenger y empezó a enviar mensajes con insultos a todos sus contactos. Fue entonces cuando su familia se enteró de lo que ocurría. “Esa época fue muy dura para nosotros, pero gracias a Dios lo logramos superar unidos”, asegura Lorena, su mamá.
Enfrentar los problemas y actuar
Tras conocer la situación, los papás de Melissa decidieron cambiarla de colegio pero eso no solucionó nada. “Me daba miedo hablar con las personas y prefería pasar como antipática antes que arriesgarme al maltrato”, dice Melissa. De todos modos, los acosos no demoraron en llegar y una de sus mejores amigas la motivó a no seguir huyendo de los problemas. “Desde entonces, pongo mis límites y no dejo que me falten el respeto”, agrega.
La situación estaba mejorando, pero Melissa quiso ir más allá. En su monografía de grado abordó el tema, enfocado hacia las chicas entre 13 y 18 años, con el fin de encontrar respuestas. “Escogí ese tema por mi experiencia, y porque afecta a muchos”, afirma. Su trabajo fue premiado con honores y obtuvo la mejor calificación de su promoción.
Hace poco se graduó del colegio y espera empezar la universidad. Enfrentar los problemas ha ayudado a Melissa a ser más segura de sí misma y más abierta con los demás. “Debemos tener siempre en mente que todos somos muy valiosos, con defectos y virtudes, pero únicos”, finaliza, segura y con una gran sonrisa.
Francisco Zalles
“Lo único que necesitamos es seguir vivos para salir adelante”
“No me molesta hablar sobre el tema, ni que me tomen fotos, soy relajado”, aseguró Francisco al preguntarle si se sentía incómodo al contrar sobre el accidente que sufrió a los 11 años, en donde perdió parte de su pierna derecha. Ahora, a sus 16, vive con pasión la vida y toma cada instante como una oportunidad. “Mi accidente nunca lo tome mal, fue inesperado -obviamente-, pero después de mi operación y que me contaron que usaría prótesis, mis primeras palabras fueron: ¡si juego fútbol se me va a salir! Iba a tener un camino largo y difícil, pero no me iba a dar por vencido”, comenta Francisco, quien se confiesa amante de los deportes y la lectura.
Su rehabilitación se dio en Estados Unidos y la recuerda como un momento de unión y aprendizaje, tanto en la parte física como personal. Rescata siempre el apoyo de sus padres, doctores, fisioterapistas, protestista, su profesora de inglés, amigos y familiares. “Mi motivación era principalmente recuperarme rápido y hacerlo bien para regresar a Ecuador. También me ayudó conocer el caso de Nick Vujicic, alguien sin extremidades que salió adelante”, asegura Francisco.
La vida no se acaba
En el hospital, Francisco pudo conocer distintos casos de pacientes con problemas más severos y esto lo ayudó a comprender que el hecho de que estar vivo y saludable es una razón para dar gracias.
“No tenía nada de qué quejarme, en comparación con otras personas que habían pasado por cosas peores”.
Entre sus cualidades rescata la solidaridad, la paciencia y el respeto, como ejes fundamentales de su vida. “Para mí, todo en la vida depende del carácter de la persona, de cómo ve y cómo reacciona ante los obstáculos de la vida. Lo único que necesitamos es seguir vivos para salir adelante”.
Se considera una persona relajada y feliz, que no se deja vencer fácilmente y trata de mejorar a diario. “Si intento describirme con una palabra, utilizaría la resiliencia, ya que es esa capacidad para sobreponernos a situaciones adversas”, asegura.
Está listo para empezar su segundo año de bachillerato y dentro de sus aspiraciones está el estudiar algo relacionado con la química o las matemáticas. Por ahora, juega semanalmente fútbol, hace Jiu Jitsu, y se apunta a cualquier deporte. “He hecho wakeboarding, snowboarding, boxing y muchos otros.
Soy una persona más activa de lo que era antes, porque así falle mil veces, lo peor que puedo hacer es no intentarlo y eso es lo que yo hago: ¡luchar!”.