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Los santos son una escuela para nosotros. En sus ejemplos encontramos testimonios vivos de que la santidad se da siempre en un corazóndispuesto a darlo todo por amor a Dios.

Estamos llamados a aprender de nuestros «hermanos mayores» que lo dieron todo, que se entregaron por completo al Señor. Por eso quiero compartir contigo estas siete enseñanzas que nos han dejado algunos santos de renombre. Palabras sencillas que dejan entrever su gran humildad y cercanía con Dios, dos ingredientes necesarios para ser santos hoy.

 1. «Perfecta alegría» – San Francisco de Asís

«¿Cuál es la verdadera alegría? Vuelvo de Perusa y en una noche profunda llego acá, y es el tiempo de un invierno de lodos y tan frío… Y todo envuelto en lodo y frío y hielo, llego a la puerta, y, después de haber golpeado y llamado por largo tiempo, viene el hermano y pregunta: ¿Quién es? Yo respondo: El hermano Francisco. Y él dice: Vete; no es hora decente de andar de camino; no entrarás… Y yo de nuevo estoy de pie en la puerta y digo: Por amor de Dios recogedme esta noche. Y él responde: No lo haré. Vete al lugar de los Crucíferos y pide allí. Te digo que si hubiere tenido paciencia y no me hubiere alterado, que en esto está la verdadera alegría y la verdadera virtud y la salvación del alma». (Escritos completos de San Francisco de AsísVerAl).

La «perfecta alegría» no está en los gozos terrenos, en el éxito, en el reconocimiento, ni siquiera está en la realización personal. La «perfecta alegría» está en aceptar cada momento confiando en que Dios nos sostiene. Es difícil tomarse de la mano de Dios cuando la adversidad nos golpea, antes bien, es fácil gritar y desesperarse con los problemas agobiantes. Pero, ¿Qué tal si nos detenemos un momento?, ¿qué tal si vemos cada situación con la impronta de Dios? Es como descubrir la huella de Dios a nuestro alrededor, de esto se dió cuenta San Francisco aquel día.

2. «Minuto heroico» – San José María Escrivá de Balaguer

«El minuto heroico. —Es la hora, en punto, de levantarte. Sin vacilación: un pensamiento sobrenatural y… ¡arriba! —El minuto heroico: ahí tienes una mortificación que fortalece tu voluntad y no debilita tu naturaleza». (Camino, 206).

60 segundos para decirle «sí» a Dios. 60 segundos para cambiar tu actitud y ganarle al monstruo de la pereza. San Josemaría entendía muy bien la psicología humana, por ello motiva a los suyos a no titubear frente a las responsabilidades. Apenas suene el despertador, lo primero es ofrecer un «pensamiento sobrenatural» y sin más levantarnos de la cama.

3. «v = V = S» – San Maximiliano María Kolbe

«Es apenas una ecuación. La v minúscula es nuestra voluntad. La V mayúscula es la voluntad de Dios. Cuando estas voluntades chocan, es el dolor, el sufrimiento. Cuando estas dos voluntades se identifican, cuando nuestra voluntad se identifica con la de Dios, es la santidad, es la paz del corazón. ¡Que sencillo es! ¿Verdad?». (Maximiliano Kolbe, por María Winowsca).

Este gran santo, ejemplo de amor y fe, nos invita a identificar la Voluntad de Dios con nuestra propia voluntad. En síntesis significa que mi querer sea el de Dios. De esta forma se crea una unión de voluntades que nos lleva a caminar en la santidad y paz del corazón, sabiendo que vamos a paso firme y estamos en cada momento realizando el deseo de nuestro Creador. ¿Que si es difícil? Sí, como todo en la vida espiritual, pero por lo menos debes empezar por meditarlo.

4. «La mayor enfermedad» – Santa Teresa de Calcuta

«La mayor enfermedad de Occidente hoy no es la tuberculosis o la lepra; es no ser querido, no ser amado y que nadie se preocupe por ti. Podemos curar las enfermedades físicas con la medicina, pero la única cura para la soledad, la desesperación y la falta de esperanza, es el amor. Hay muchos en el mundo que mueren por un trozo de pan, pero hay muchos más que mueren por un poco de amor. La pobreza de Occidente es un tipo distinto de pobreza – no es sólo una pobreza de soledad, sino también de espiritualidad. Hay un hambre de amor así como hay hambre de Dios». (Camino de sencillez).

La Madre Teresa conocía muy bien el corazón humano. Supo estar delante del pobre indigente que necesitaba curación y alimento pero también supo ponerse de pie y no titubear frente a toda la Asamblea de las Naciones Unidas exhortando a los líderes mundiales a poner sus ojos en los más débiles. Esta admirable santa nos advierte de una gran enfermedad: la falta de amor.

¡Amar es divino, porque Dios es amor! Cada vez que elegimos amar estamos eligiendo a Dios. San Juan de la Cruz decía: «Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor». ¡Qué gran verdad es ésta en la vida del cristiano! Hay hambre y sed de amor. ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados? Junto a la Madre Teresa te invito a amar, a elegir conscientemente el amor… solo así podrás ver cara a cara al mismo Dios. ¡Inténtalo!

Vía Catholic Link

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