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El obispo de Loja, monseñor Alfredo Espinoza, nos comparte una visión muy especial en torno los últimos acontecimientos y la forma de ver de  de quienes asumen el rol de defender a la familia.

Un conocido editorialista, en un diario de circulación nacional, escribía el otro día acerca de la campaña “A mis hijos los educo yo”, asumida por miles de padres de familia del país. Al final afirmaba que esta campaña era en cierto modo un “obscurantismo” de “minúsculos” grupos de católicos y evangélicos.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define obscurantismo como una “defensa de ideas o actitudes irracionales o retrógradas”.

Defender la vida, el amor, la familia, el rol de los padres en la educación de los hijos, ¿es algo irracional o retrógrado? Mi respuesta es no y será siempre no.

Las ideologías que se quieren imponer hoy, van contra todo lo natural y contra todo lo racional. Eso sí es obscuridad, no es luz, no lo será nunca.

La luz de la defensa de la vida es la que debe iluminar nuestro caminar de cada día. Lo irracional y criminal es el aborto.

La luz del amor matrimonial, debe señalar el camino del amor de un hombre y de una mujer. La luz de la familia, tal como Dios la quiere, es la que debe irradiar la vida de nuestra sociedad.

La familia será siempre la primera educadora y los padres tienen un papel clave en la vida y en la formación de sus hijos. ¿Qué de irracional o de retrógrado hay en ello?

La respuesta no la debo dar yo, la deben dar los miles de miles de padres de familia que son conscientes de su papel y de su misión.

Creo que la voz de los padres lojanos no se ha escuchado. Estas líneas quieren comprometer a todos los padres, a los movimientos laicales, a todos en general, a alzar su voz, a proclamar que están a favor de la vida, del amor y de una verdad que no la podrán ocultar ciertas ideologías que se pretenden imponer.

Respetamos y pedimos que se nos respete. Parece que solamente quieren ser respetados. pero cuando se proclama un derecho, se nos llama retrógrados. Así no se construye una sociedad. Así se va sembrando obscuridad.

Cristo es la luz del mundo. Su luz ilumina nuestro camino. Es la luz que no la apagará nadie. ¡Somos hijos de la Luz!

Por: Mons. Alfredo Espinoza Mateus, sdb
Obispo de Loja.

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