“Si educas a tus hijos en virtudes, ninguna tormenta les hará caer”
Reflexionar sobre cada tema sin agotarlo, siempre con una mirada positiva, es lo que te llevas luego de conversar con esta pedagoga de la Universidad de Navarra que estuvo en Guayaquil para asesorar a centros educativos y dictar conferencias. Rosa fue cofundadora del Instituto de la Familia con sede en Bruselas y actualmente desarrolla Planes de Acción Terapéutica en el campo de las relaciones personales, familiares y profesionales.
¿Cómo plantearles a los jóvenes un proyecto de vida personal?
Ellos viven un presentismo absoluto. La situación política, cultural y económica hace que vean el futuro con inseguridad, y lo más que pueden pensar en el futuro es la profesión. Hay que trabajar mucho el tema personal; es decir, qué visualizo en el futuro, qué quiero para mi como persona. Lo que pasa es que están tan saciados de lo inmediato que todo es bailando; el matrimonio no es para siempre, la crisis se hace peor que antes, todo se les ha desmembrado.
Hacer con ellos el ejercicio de visualizar el porqué y para qué hago las cosas. El papá que ayude a pensar al hijo en todas las pequeñas decisiones: ¿para qué? ¿por qué quieres eso?, ¿cómo lo vas a conseguir?, ¿qué ayuda vas a necesitar? en vez de hacérselo él. El arte de educar es hacer preguntas abiertas que ellos se tienen que responder, y enseñar a los hijos a hacerse preguntas. Nos dedicamos a hacer muchas cosas, pero no sabemos para qué lo hago, ni quién soy.
¿Los padres tendrían que haber interiorizado estos temas primero?
Hace falta formación de los padres también, se supone que ellos tienen que ir por delante. Aunque quizás son los más desprotegidos, porque les han bombardeado con cantidad de teorías pedagógicas, sobre lo que el niño tiene que hacer y lo que no, que el niño tiene que sentirse bien como sea, y tienen un miedo al error y al fracaso. Es un desconcierto y no saben por qué decir que sí y por qué decir que no. Y si además papá y mamá trabajan, les agota pensar. Ese hijo está saturado de materialismo, ¿por qué les dan tantas cosas materiales a los niños?, por falta de atención personal. No hay tiempo de calidad sin cantidad de tiempo. Las personas necesitan tiempo para mirarse a la cara, los hijos más todavía, necesitas mirarles a los ojos, con serenidad.
¿Tienen que profesionalizarse los padres para poder educar?
Deben hacer intencional la acción educativa. Si tienes raíces, es decir las virtudes, el cómo podrá variar; la herramienta y la metodología pueden variar, pero el destino es el mismo. En una sociedad que es global, multicultural, de trabajo en equipo, sin jefes, tienes que preparar a tus hijos desde hoy. ¿Quién va a sobrevivir en un futuro?, el que sea empático y adaptable. Hablamos de tiempos líquidos: el líquido se acomoda al recipiente que lo contiene, se adapta. Entonces todo lo que es drástico, rígido, problemático, eso no cabe.
¿Cómo formar esas personas en casa?
En el mundo empresarial se habla de desarrollar competencias y habilidades, y nosotros hablamos de virtudes. Si tú educas a tus hijos en las raíces, ninguna tormenta les hará caer: las virtudes le ayudan a saber qué, para qué y cómo. Nunca se ha hablado tanto de autoestima y de libertad, cuando hay tanta falta de autoestima y libertad. Es que el ser humano no está hecho para ser tratado como lo que no es, si a un chico le estás mandando mensajes con cosas materiales, lo estás reduciendo a cosa. Los padres no lo hacen conscientemente, sino porque están metidos en ese espiral de trepidación donde se habla de dinero, de tener, de afán de poder, soy más, soy mejor. Pero creo que está empezando a haber una reacción del suelo hacia arriba, porque eso no sacia. Te encuentras con personas sin una formación, que están reclamando, porque el hombre de hoy no está dispuesto a dejar de ser feliz.
¿Educar a los hijos en libertad?
Los padres no permiten a los hijos equivocarse, se proyectan sobre ellos y el error de los hijos lo convierten en un fracaso personal. Ese es el reto más fuerte: educar en libertad. ¡Qué difícil! Soltar amarras, dejar que el hijo arriesgue, que se equivoque y estar cerca de él; dejar que el hijo se vaya, con el miedo a que no vuelva. Siempre que haya una conversación previa: “yo respeto tus decisiones y debes saber que puede pasar esto y esto”. No se puede estrenar la libertad lejos de casa.
Hay estilos educativos que se centran más en el placer
Sí, que mi hijo esté bien, a gusto, que sea feliz, pero feliz entre comillas; porque el dolor es parte de la felicidad. Lo que pasa es que cuando no comprendo el concepto de felicidad, la uno con el placer. Pero estamos hablando de galaxias distintas: el placer es al cuerpo, lo que la felicidad es al alma.
¿Hay tiempo para hacerse estas reflexiones?
El tiempo es oro, pero la gente no tiene tiempo. Todos tenemos 24 horas y lo más importante es saberse gestionar a sí mismo. El papá que sepa gestionarse, podrá gestionar a su familia. Estamos hablando de libertad, de amor, de fe, de potencialidades, autodominio, autoestima. Es un mundo inabarcable si no lo concretas en cada día. Entonces la exigencia debe estar en cada día, la puntualidad; hay que limpiar la cabeza con la virtud del agradecimiento. Cuando eres una persona agradecida te fijas en las bondades que recibes de los demás y que no mereces. Hoy se habla de los duelos, pero lo que hay que hacer es perdonar; te metes en internet, hay miles de ofertas para hacer meditación y tenemos vergüenza de decir: ¡nosotros hacemos oración!
La relación de la persona con las personas y con las cosas ha cambiado. El hombre ama las cosas y las sirve; pero utiliza a las personas para su servicio, quiere estar cerca de quienes le van a servir para algo. Hemos reducido al ser humano por falta de tiempo.
¿Algún libro que nos recomiendes para seguir profundizando?
Dos libros, son empresariales, yo que les digo a los padres los apliquen a su vida y a la familia: “Construye tu sueño”, de Luis Huete y “Del ataúd a la cometa”, de Carlos Andreu.
Por Sonia Ma. Crespo de Illingworth
Directora