Epigramas, es un nuevo libro escrito por un fiel católico y que busca que todos recordemos el valor de la oración diaria pese a la pandemia.
Si hay alguien a quien quería entrevistar hace tiempo es a Bruno M. Me parece que él no necesita presentación y a mí nadie me va a requerir justificación. No será la última entrevista que le voy a hacer.
Difícil de definir qué es, probablemente es el más Renacentista de las personas que conozco (no estoy seguro si esta definición le gustará): de ciencias exactas y letras profundas, de campo y de ciudad, que lo mismo te habla de abejas que de los trascendentales del Ser o de la teoría de cuerdas o de lo que más le gusta: del Señor. En prosa o en verso, en español o en griego.
Y, aunque «soy amigo de Bruno, pero más amigo de la verdad» he aprovechado para la entrevista la publicación de sus dos últimos libros Oraciones cotidianas que vuelven el mundo del revés y Epigramas para un mundo que se muere.
¿Por qué has escrito un libro sobre las oraciones de todos los días?
Es la forma más sencilla de mejorar nuestra oración. No todo el mundo puede dedicar horas a la contemplación como los monjes de clausura, pero todos rezamos el padrenuestro, el ángelus y el gloria al Padre o hacemos la señal de la cruz. Si logramos entender mejor los inmensos tesoros que encierran esas oraciones, nuestra relación cotidiana con Dios mejorará muchísimo. Son una escuela de santidad e incluso de mística al alcance de todos.
Estamos en tiempos de crisis en la Iglesia. ¿No sería mejor buscar soluciones a esa crisis, en lugar de dedicarse a algo tan sabido como las oraciones cotidianas?
Como decía San Ignacio, lo que conviene en tiempo de turbación es no hacer mudanza, no buscar novedades. A mi juicio, precisamente porque la Iglesia atraviesa una profunda crisis, no hay nada mejor que acudir a lo seguro, a lo que rezaron nuestros abuelos y sus abuelos y los abuelos de sus abuelos: las oraciones tradicionales de todos los días. En ellas encontraremos una guía fiable para encontrarnos con Dios, alabarlo y hacer su voluntad. Como decían los antiguos anuncios de televisión, son oraciones «de eficacia probada».
Además, como recuerda el título, son oraciones capaces de volver nuestro mundo del revés. Y eso es precisamente lo que nos hace falta en tiempos difíciles como estos, porque solo la gracia de Dios puede sacarnos del abismo en que nos hemos metido.
¿Y componer nuevas oraciones para adaptarlas a los signos de los tiempos?
No tiene nada de malo componer oraciones nuevas, como hacemos cada vez que oramos en silencio. Sin embargo, conviene recordar que lo principal es que esas oraciones se adapten al sentir de Cristo, transmitido por la Tradición de la Iglesia, y no a nuestras ocurrencias personales, tan fáciles de confundir con los «signos de los tiempos». En ese sentido, las oraciones tradicionales tienen una validez que va más allá de las épocas y las modas.
¿Se habla en el libro de todas las oraciones tradicionales?
No, claro que no. Para eso haría falta una enciclopedia. En el libro se habla de algunas oraciones cotidianas tradicionales, desde el ángelus y el padrenuestro hasta el rosario, las jaculatorias o el humilde amén, entre otras. Si a los lectores les ha gustado lo que han leído y quieren que hable de preciosas oraciones que se han quedado fuera, como la salve, el himno del gloria, el acordaos, el Alma de Cristo, la liturgia de las horas o las novenas, entre otras muchas, estaré encantado de escribir una segunda parte titulada Más oraciones cotidianas que vuelven el mundo del revés (o Las oraciones contratacan, aún estoy trabajando en el título).
En la contraportada dice que los que lean Oraciones cotidianas que vuelven el mundo del revés ya no volverán a rezar del mismo modo. ¿Es publicidad engañosa?
A mí mismo me ha resultado inmensamente útil escribir el libro y reflexionar sobre las oraciones de todos los días. Mi oración ha mejorado mucho y espero que el libro ayude a que a los lectores les suceda lo mismo.
¿Y ahora publicas un libro de epigramas? ¿En serio?
Bueno, algo tenía que hacer durante la cuarentena, ¿no? Además, la impresión de que la epidemia había encontrado a gran parte de la Iglesia aletargada y más bien escasa de fe me convenció de que era necesario despertar a los católicos. De ahí que escribiera esos Epigramas para un mundo que se muere, que son versos breves y punzantes, para pinchar las burbujas y despertar a los durmientes, de modo que se den cuenta de que nuestra civilización occidental se encamina hacia el suicidio.
¿Suicidio no es una palabra demasiado fuerte?
Precisamente, el rechazo a llamar a las cosas por su nombre es un claro signo de que nuestra cultura está adormecida (y, en buena parte, también nuestra Iglesia). Prefiere resignarse a desaparecer con tal de no tener que levantarse del sofá o despegar los ojos del móvil por un instante. Vivimos en una burbuja de eufemismos y vaciedades políticamente correctas que nos aíslan de la realidad y eso no puede llevar a nada bueno.
El libro de oraciones es piadoso y se centra en la vida interior, mientras que en este otro libro de epigramas das palos a todo el mundo, políticos, gobernantes, ateos y creyentes, izquierdas y derechas, obispos, sacerdotes e incluso a ti mismo. ¿No es una contradicción?
Parafraseando al Eclesiastés, podríamos decir que hay un tiempo para rezar y un tiempo para dar mandobles a diestro y siniestro. Como siempre ha sabido la Iglesia, no son cosas contradictorias. Es la misma caridad de Cristo la que empuja a la oración y a combatir los males del mundo.
Entonces, ¿no es un libro pesimista?
Ni el pesimismo ni el optimismo son cristianos, porque equivalen a pensar que todo va a ir mal o todo va a ir bien porque sí, sin razón. Lo propio del cristiano es la esperanza, que no defrauda porque está basada en la misericordia y el poder de Dios. Confío en que el libro no transmita pesimismo ni tampoco optimismo, sino una visión esperanzada de este mundo en decadencia en el que Dios ha querido que vivamos.
Hay que reconocer que, para tener un precio tan bajo (6,99 € en papel), Epigramas para un mundo que se muere ofrece bastante: el secreto de la felicidad, una receta infalible para cuando no se sabe qué hacer, análisis lucidísimos del mundo de hoy, elogios de la caballerosidad, un profundo amor a España y su historia…
¿Quién es Bruno M.?
Es laico y ha sido bendecido por Dios con tres hijos y una esposa mucho mejor de lo que merece. A pesar de su escasa habilidad literaria, se empeña en ofrecer al mundo sus ocurrencias sobre todo y nada en este blog, siempre desde la fe católica y la razón. También colabora regularmente con Radio H.M. Para purgar sus pecados, forma parte del Consejo de Redacción de InfoCatólica.
Escrito por: Juanjo Romero, Director de InfoCatólica.
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