Compartir:

La cualidades del amor son los determinantes en una pareja para saber si están amando de verdad.

Es indispensable purificar, corregir entre los esposos las formas de amor humano, como: el gustarse, el quererse, el amarse, que deben vivirse desde el plano de la libertad y el respeto.

Es indispensable cuando:

El gustar, propio de la atracción corporal se convierte en el egoísmo del acaparamiento sexual.

El querer, propio de las emociones y sentimientos del corazón, se convierte en el acaparamiento afectivo o afán posesivo.

El amar, propio del espíritu en su voluntad de darse, se convierte en egoísmo.

¿Qué cualidades de esos amores, de suyo nobles y necesarios, hablan de su verdad e intensidad? Aquí unas preguntas que te ayudarán a saber si de verdad amas a tu pareja:

1. Abnegación: “Obras son amores y no buenas razones”

Se expresa por ejemplo cuando el esposo deja dormir a su amada que acaba de dar a luz, atendiendo al bebé por la noche para luego irse con ánimo a trabajar; o la esposa que apoya un exiguo presupuesto trabajando fuera del hogar, para regresar cansada y atender a los hijos sin perder la paz.

Lo normal es que entre esposos el amor de donación se viva en el ordinario acontecer de cada día a través del sacrificio espontáneo, voluntarioso, de los propios intereses, de deseos, sin importar los costos.

Pero también la abnegación se deberá vivir en medio de duras experiencias, como enfermedades, crisis económicas, laborales, etc. que implican cambios, ajustes, y el recomienzo muchas veces penoso.

Entonces a la pregunta ¿Cuánto me quieres?, corresponde más bien: ¿Cuánto estarías dispuesto a sacrificarte para hacerme feliz?

2. La lucha contra el amor propio

“Tuviste razón, pero debiste tomarme en cuenta en tu iniciativa”, “pudiste esperar un poco”; “se podía gastar un poco menos”; “sí, quedé en llegar temprano, pero se me olvidó”,…

Se expresa cuando se cede en las diferencias o en lo pequeño solo para hacer la vida agradable: la camisa con alguna arruga, la sopa un poco salada, un retraso, la impaciencia en la escucha al llegar de la oficina, tal o cual defecto de comunicación; o el no darse cumpliendo al pie de la letra los compromisos hechos hasta en los menores detalles.

Muchas veces, resulta difícil vencer egoísmos sutiles pero muy dañinos que nacen de la vanidad o del amor propio y que escapan más fácilmente a la voluntad, por negarnos a reconocerlo o por ser defectos muy arraigados. Es necesario morir un poco a nosotros mismos para hacer felices a los demás.

Aquí la pregunta es: ¿Si no soy capaz de ser mortificado y fiel en lo pequeño? ¿Lo seré en las exigencias y pruebas grandes a que la vida me pueda someter en mi matrimonio?

3. Rectitud de intención

En el egoísmo se da solo para recibir o se busca primero recibir antes que dar, se trata de un defecto que no suele ser muy evidente. Un ejemplo en un diálogo:

—Mi amor: te invito a salir esta noche.

—Gracias, entonces vamos a cenar.

—Bien, me habría gustado ir al cine pero iremos a donde desees.

Quien invita sabe bien que la respuesta del cónyuge será:

—Bien, entonces iremos al cine, en otra ocasión cenaremos fuera.

Una misma acción puede tener distintas intenciones, y solo son rectas cuando no se antepone el propio provecho o interés al bien de la persona amada. Como cuando a propósito no se es claro o no se busca escuchar sinceramente al otro, porque seguimos nuestros propios motivos.

Si amar es primero dar y comprender, entonces debemos preguntarnos: ¿Soy feliz entregándome sinceramente o sigo mis propios deseos?

4. Respeto a la persona y su libertad

“¿Dónde estuviste? ¿Con quién hablaste? ¿Por qué lo miraste de esa manera? ¿Para qué te arreglas tanto? No son celos, lo que pasa es que te quiero mucho; yo sé lo que te conviene; si me quieres obedéceme…”.

El buen amor no impone formas, gustos, opiniones, no convierte al otro en objeto del placer por una sexualidad desintegrada, ni en el punto de mira del acaparamiento afectivo de quien necesita recibir innumerables muestras de cariño, como si estuviera enfermo.

El amor maduro no es absorbente y celoso, no tiene la creencia de unos derechos exclusivos ni recurre a la coacción, al chantaje afectivo o al reproche solo en apariencia bien intencionado.

Entonces la grave pregunta es: ¿Respetamos realmente la libertad del otro o nos regimos por imposiciones que lo instrumentalizan?

5. Libertad en la entrega

“No me casé enamorada, pasó que ya tenía edad y me estaba quedando solterona”. U otro ejemplo: “Me casé presionado por los intereses de mi familia, no se respetó mi libertad de elegir”.

En ambos ejemplos, el problema realmente es que no fueron capaces de decir que no a una unión sin amor, porque ellos mismos no supieron ser libres.

Se debe entregar el amor libre de coacciones externas e internas que lo falsifican, somos libres no solo porque nadie nos obligue, sino que por señorío, somos capaces de entregar nuestra propia libertad por amor. Porque amar es pertenecer libremente al otro, al contrario del amor egoísta que solo busca poseer a la persona amada.

Si el consentimiento en la unión es realmente un acto libre, se deberá ir actualizando en cada acto de amor. Siendo así, la pregunta es: ¿Nuestra entrega es libre o nos sentimos externa o interiormente forzados?

El amor conyugal maduro es entrega total, plena, libre y desinteresada que une lo más íntimo entre los esposos. Es dar y recibir lo que no se puede comprar ni vender, sino solo regalar libre y recíprocamente.

Vía Aleteia

Compartir: