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El periodismo, al igual que toda profesión, tiene unas reglas y unos límites dictados por la ética, que los que trabajamos en comunicación debemos respetar. De hecho, el medio de comunicación que no se atiene a esas normas pierde lo más importante: la credibilidad. La semana pasada, en Ecuador, un periódico publicó en primera plana varias afirmaciones que no entran dentro de lo que se puede considerar una noticia, porque no se remitían a los hechos, demostrando desconocer los fundamentos de la comunicación social y haciendo con ello desinformación. 

Es por todos conocido que lo controversial llama la atención y que la religión puede ser utilizada en ese sentido. Afirmar que el Santo Padre “contradice la doctrina” es además de falso, malicioso. Si la afirmación fuese demostrable, correspondía al periodista citar con documentos los puntos doctrinales cuestionados, cosa que no hizo el periodista. No lo podía hacer porque no existe ninguna contradicción entre lo que el Papa predica y lo que la Iglesia ha enseñado.  

Es regla, que cualquier comunicador conoce, que no se puede afirmar algo que luego uno no puede demostrar, de lo contrario estaría mintiendo. En las facultades de periodismo se enseña a comunicar con objetividad, pero parece que a muchos se les hace difícil ser objetivos cuando el tema es la religión. Algunos aducen que es por ignorancia del tema, pero creo que más bien es por irresponsabilidad y falta de respeto al credo de los demás. 

El Papa Francisco y el próximo Sínodo Ordinario buscan renovar, fortalecer y actualizar la pastoral con respecto a la familia. A todos nos interesa que ese mensaje llegue claro y de forma transparente a todo el mundo. Ojalá la prensa escandalosa no vea en eso una oportunidad para llamar la atención y se olviden de la ética profesional. Su propia credibilidad está en juego.

Porque el fin no justifica a los medios.

 

Por: P. César Piechestein

 

Vía Medios con fin 

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