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Un añorado viaje en familia se convirtió en una gran prueba, la cual una vez vencida los unió mucho más. Es la historia de los MadiNyá Moreno.

Nuestro viaje familiar nació por el deseo de disfrutar y recordar ese mágico mundo de Disney todos en familia, y además cumplir un sueño a mi madre a sus 89 años de edad que era visitar un crucero, Magic Kingdom, SeaWorld y Hollywood Studios.

El soñado paseo fue planificado quizás con 9 meses de anticipación. Lo primero fue comprar pasajes, luego nos citábamos casi todos los fines de semana para decidir en conjunto lo que haríamos durante el viaje, revisar presupuestos, opciones de hospedaje, casa, hoteles, crucero a elegir, parques, alquiler de vehículos, coordinando iglesias a visitar durante el itinerario, nuestras camisetas distintivas y en fin agendando cada detalle para que nuestro viaje sea una experiencia inolvidable.

 

 

El viaje y las pruebas

Viajamos 18 personas: mis 4 hijas, mis yernos, mis nietos, mi madre, esposo y yo. El vuelo aterrizo en el aeropuerto Internacional de Miami y nuestra primera parada fue en Fortlauderdale en un hotel para descansar.

Al día siguiente viajamos a Orlando y la planificación era hospedarnos una noche en hotel, para salir al día siguiente a Puerto Cañaveral a tomar nuestro crucero de Royal Caribbean.

Al llegar al hotel, ya en el counter las noticias eran más fuertes y alarmantes, indicaban que los cruceros estaban siendo cancelados por contagios masivos de Covid-19 y tomamos la decisión de presentarnos, pero NO embarcarnos, porque ese crucero no había sido cancelado. Estábamos algunas personas vulnerables, tercera edad, niños y discapacidad… temíamos por nuestra salud.

Regresamos al mismo hotel y extendimos la reserva por unos días más, para así esperar el ingreso a la casa en Kissimmee que habíamos alquilado por 8 días. Todo se estaba complicando, anunciaban cierres de parques, nuestras fechas programadas eran en cierres, logramos cambiar un día solo para visitar Hollywood Studios, hubiéramos podido hacer otro día de parque, pero decidimos no exponernos más, cancelando así todo lo planificado, lugares a visitar y más.

Cuando informaron de la cancelación de vuelos pensamos inmediatamente en cambiar nuestro retorno, pero todo estaba colapsado, los pasajes de regreso estaban entre $1.800 a $3.000 dólares una sólo vía… y conseguir cupo para los 18 era realmente complicado, así que aceptamos la voluntad de Dios, pues ya estábamos en ese lugar y lo que nos tocaba era esperar, y ser obedientes.

Viviendo la cuarentena en familia

Pasamos la cuarentena en casa Nadisney. La convivencia fue por 47 días (cuando el viaje planificado era solo de 15), sin embargo, a pesar de la adversidad fue un regalo de Dios para todos nosotros afrontar esta emergencia juntos. Los dueños de casa en la que debimos pasar la cuarentena nos ayudaron ajustando la tarifa en un precio especial.

El trabajo era en equipo, mis yernos eran los que salían hacer las compras de víveres cada cierto tiempo, a su llegada era todo el proceso de desinfección empezando por ellos.

Era una verdadera logística al ser tantos, todos colaborábamos, nos esmerábamos en la cocina con lo que había y también con lo que quedaba, cuidando, racionando, pues el presupuesto inicial quedó corto.

Los bebés decían que eran las mejores vacaciones de su vida, a pesar de no haber vivido lo tan esperado, porque ellos eran parte de nuestras decisiones viendo videos del crucero, diversiones a bordo, simuladores en parques etc.

Las pijamadas, noches de películas, bailes con los abuelos y juegos entre familia fueron suficientes, vivimos la Semana Santa con más Fe, como nunca antes lo habíamos vivido, con más esperanza y empatía, sintiendo a Jesús llevar su cruz.

Los niños aprendieron de los adultos a ser fuertes, perseverantes, cuidadosos y ellos nos dieron también una lección, que, en medio de la sencillez, la convivencia familiar que era lo básico se podía ser feliz, y tener ese viaje inolvidable que Dios nos preparó durante esos 9 meses.

Una gran lección

A pesar de nuestra fe, tener que afrontar y exponernos al regreso en medio de toda esta pandemia no fue nada fácil, primero conseguir cupo para los 18 en los vuelos mal llamados humanitarios.

Nuestro retorno fue prácticamente 24 horas de viaje sin descanso, descompensados algunos, cubiertos y protegidos tomando todas las medidas de seguridad para no ser contagiados, pasar 14 días más cumpliendo con la disposición del COE haciendo aislamiento preventivo obligatorio en un hotel ya en nuestra ciudad.

Pero bueno si hay algo que llevamos grabado en el corazón fue esta hermosa convivencia en familia, aprendimos a valorar mucho más la vida, a cuidarnos el uno del otro, a darnos ánimos… nos dejó varias lecciones:

  • Que Dios y la familia es lo más importante que tenemos, no hay nada ni nadie que los reemplace.
  • La Iglesia está en casa (la conformamos cada uno de nosotros).
  • Una fe fuerte lo cree y lo puede todo, porque nos trae luz en el camino.
  • Vivir el hoy sin dejar de pensar en él mañana como una esperanza, como familia más unidos que nunca.

 

 

Escrito por: Lola Moreno de Madinyá.

 

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