Si sientes «fatiga pandémica»… recuerda Dios cuenta con nosotros para convertir en bien todo este mal que todos estamos experimentando.
¿Estás entre esas personas que se sienten turbadas a causa del coronavirus? Si es así, ¡no estás solo! Si estás intranquilo o con miedo, me imagino cuál puede ser la causa: sientes que no tienes el control sobre la forma en que quieres vivir tu vida. Posiblemente, estás reflexionando sobre lo que se te podría arrebatar o sobre todo aquello a lo que has tenido o tendrás que renunciar.
Hoy quiero invitarte a silenciar la rutina del mundo y preguntar al Señor: “¿qué quieres que aprenda?”.
¿Qué es la «fatiga pandémica»?
En los últimos meses, se ha hablado mucho del término “fatiga pandémica”.
Para los expertos, el paso por una fase de bajo estado de ánimo es normal en toda crisis, sobre todo si ésta se extiende y dilata en el tiempo.
Se trata de una situación emocional en la que, cada vez, entra más gente: los que viven solos, los que han perdido o ver peligrar su trabajo, los que han sufrido el fallecimiento de amigos y de familiares. La sociedad está literalmente descuidando el gusto por la realidad. Todos tenemos un espacio en nuestras vidas al que nos queremos agarrar y controlar.
En estos momentos, la Covid-19 ha destapado una situación existencial que ha convivido siempre con nosotros. En muchos casos, la felicidad se percibe según las circunstancias que vivimos. Podemos sentirnos felices cuando todo nos va bien. Pero, la realidad nos está provocando con tal intensidad que nos estamos percibiendo frágiles y necesitados ante algo que no podemos refrenar.
«No tengáis miedo…»
“Queridos amigos, que ninguna adversidad os paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra (Benedicto XVI 20-8-2011).
Descubrir qué es lo esencial en nuestra vida
El momento histórico que estamos viviendo es una ocasión para preguntarnos qué nos sostiene en la vida. Es una oportunidad para descubrir qué es lo esencial para vivir. Esta situación nos empuja a volver a las preguntas del significado de nuestra existencia.
Nadie sabe qué va a pasar. Es un tiempo de mirar la realidad cara a cara pues no todo depende de nuestra capacidad. La Covid-19 nos revela la naturaleza de nuestra necesidad.
“Ustedes necesitan mantenerse firmes, permaneciendo en el plan de Dios para poder estar allí cuando tenga lugar la plenitud prometida” (Hebreos 10:36).
Si estás buscando la felicidad, debes de saber que Dios te ha creado para ser feliz. Él te pensó teniendo un plan perfecto para ti. Un plan que nadie puede realizar mejor que tú, con la ayuda del Señor.
“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6-34).
Dios nos ha elegido para esto
Por tanto, ante lo que nos ha tocado vivir, no hay que bloquearse por nuestros miedos, inseguridades o límites: Dios se vale de nosotros con todas nuestras limitaciones para que se vea que la fuerza viene de Él. Así como eligió a los apóstoles para una tarea que a nuestros ojos puede parecer titánica, ahora nos ha elegido a nosotros para cumplir su plan en el momento presente.
Escrito está: «Creí, y por eso hablé» (Corintios 2, 13). En la circunstancia actual, necesitamos personas que sean capaces de construir el tiempo y no de consumirlo, personas en las que podamos ver encarnada la experiencia de la acción providente de Dios.
Necesitamos rostros que, ante el espanto y el desasosiego, nos dejen entrever la existencia de un Padre que nunca se deja ganar en generosidad y que nos reviste de un significado proporcional a los más grandes desafíos de la vida. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (Corintios 2, 17).
«Invitemos a Jesús a la barca de nuestras vidas»
El rostro más imponente es el del papa Francisco, que el 27 de marzo de 2020 nos provocaba desde la plaza de san Pedro con estas palabras: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Y seguía afirmando lo siguiente:
“El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere”.
¿Quién ha dicho que hay que esperar a que acabe la pandemia para poder vivir? Puedes contra la fatiga pandémica si te fortaleces en Dios.
Escrito por: Miriam Esteban Benito, vía Aleteia.
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