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El pontífice se comprometió a que no vuelvan a suceder más abusos, en referencia al doloroso caso Karadima.

El papa Francisco mostró su enorme “dolor y vergüenza” por los abusos cometidos por miembros del clero. Lo hizo durante su primer discurso oficial en Chile, en la ceremonia de bienvenida en el Palacio de la Moneda ante la presidente saliente del país, Michelle Bachelet.

El Pontífice habló en nombre de los obispos del país, asegurando su cercanía a las víctimas, y mostrando su voluntad firme de que este tipo de casos no vuelvan a producirse. Esta mención fue aplaudida espontáneamente en su discurso. Un reconocimiento y descargo esperado por el caso del sacerdote chileno, Fernando Karadima, acusado de abuso sexual, actualmente suspendido por la Santa Sede, que provocó gran controversia en el país andino.

“Aquí, no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”.

Así, Francisco se pone de frente al malestar de una parte de la sociedad chilena por los silencios de la jerárquica católica, ante los abusos sexuales a niños, cometidos por sacerdotes y religiosos.

Aprender a escuchar 

El Obispo de Roma pidió al país capacidad de escucha “en esta nación donde su pluralidad étnica, cultural e histórica exige ser custodiada de todo intento de parcialización o supremacía”. Además, señaló que es preciso escuchar: escuchar a los desempleados, que no pueden sustentar el presente y menos el futuro de sus familias. A los pueblos originarios, frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación.

“Escuchemos a los migrantes, que llaman a las puertas de este país en busca de mejora y, a su vez, con la fuerza y la esperanza de querer construir un futuro mejor para todos”.

Francisco exhortó a escuchar a los jóvenes, “en su afán de tener más oportunidades, especialmente en el plano educativo. Así, sentirse protagonistas del Chile que sueñan, protegiéndolos activamente del flagelo de la droga que les cobra lo mejor de sus vidas”. Asimismo, insistió “en escuchar a los ancianos, con su sabiduría tan necesaria y su fragilidad a cuestas. No los podemos abandonar”.

Finalmente, escuchar a los niños, que se asoman al mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia, “y esperan de nosotros respuestas reales para un futuro de dignidad”. De ahí sus palabras de dolor y vergüenza por los representantes de la Iglesia que han abusado de menores.

 

Vía: Aleteia.com

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