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“El hombre es el único animal que come sin tener hambre, bebe sin tener sed y habla sin tener nada que decir.” Mark Twain.

Los seres humanos no podríamos vivir si nuestro cerebro, aparato digestivo y torrente sanguíneo no nos mandaran las señales de hambre, esta es la manera en la que nuestro cuerpo nos dice que necesita comida para continuar con vida. Sin embargo, pueden alterar este proceso cuando por ejemplo se come en exceso, muy rápido o sin masticar bien los alimentos. Muchas veces nos alimentamos en base a emociones y no por una verdadera necesidad fisiológica de alimento.

Hambre y apetito no son lo mismo

El hambre es una necesidad fisiológica de nuestro organismo; en cambio el apetito es ese deseo de comer algo específico por placer. Por lo tanto, es importante conocer sus diferencias para poder detectarlas.

HAMBRE REAL APETITO O HAMBRE EMOCIONAL
Aparece poco a poco Aparece de repente
Puede ser cualquier alimento Deber ser exactamente ese alimento por el cual se tiene “antojo”
Puede esperar Se come en exceso
Se puede dejar de comer cuando se está satisfecho Provoca sentimientos de culpa después de haber comido
Hay un bienestar luego de haber comido No se tiene en cuenta los nutrientes

La doctora Margarida Mas explica que “la alimentación y las emociones también van de la mano. Comer bien, de forma placentera nos proporciona una sensación de bienestar; pero si comemos mucho o alimentos poco saludables nos podemos sentir ansiosos y molestos. Además, el estado de ánimo también puede dirigir nuestras apetencias y hacernos escoger entre un alimento y otro.”

Fisiología del hambre

Cuando el estómago está vacío por más de dos horas, se empieza a contraer para llevar la comida que queda hacia el intestino delgado. Este movimiento, junto con los jugos gástricos y aire producen un ruido que se llama borborigmo. Luego las células del estómago y del intestino producen ghrelina (hormona del hambre) que envía señales al hipotálamo para estimular el hambre.

Es importante detectar las señales de hambre, ya que dejar de comer por más de tres o cuatro horas (tiempo que tardamos en digerir los alimentos) puede provocar hipoglicemia, mareos, dolores de cabeza, dolor de estómago, fatiga, sueño, entre otras. La nutricionista y dietista Rosa María Espinosa asegura que “al dejar de comer el organismo funciona en forma de servicios mínimos”, es decir, carecemos de la energía necesaria para que nuestro cuerpo realice todas sus funciones, haciendo que el cerebro trabaje más lentamente.

Estrategias para controlar el hambre emocional

  • Nutrir de forma correcta y balanceada el cuerpo.
  • Escuchar a nuestro cuerpo y comer según nuestras necesidades.
  • Hidratarnos de forma correcta para no confundir señales de sed con señales de hambre.
  • Controlar las porciones.
  • Tener auto control.
  • Organizar la alimentación.
  • Comer como único acto.
  • Descansar bien para evitar antojos.
  • Cuidar muy bien de nuestra microbiota, ya que las bacterias de nuestro intestino juegan un rol importante en nuestro estado de ánimo y emociones.

Esto no significa que ocasionalmente no podamos darnos un gusto por un alimento en específico. El problema está cuando emociones como la ansiedad, tristeza, estrés y depresión se apoderan de nosotros llevándonos a tener una mala relación con los alimentos y usándolos para evitar sentirnos así. La solución está en detectar las causas de nuestras emociones y encontrarles un remedio, sino el problema crecerá e incluso nos llevará a peores consecuencias como enfermedades crónicas no transmisibles por mala alimentación.

Por Melissa Coto 
Nutricionista.

 

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