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¿Hay algo que la ciencia no sepa? ¿Estás hablando en serio? Analizando esta interrogante desde un punto de vista apologético.

No es infrecuente encontrarse con personas que han colocado a la ciencia como madre y garante de toda pretensión de verdad. Es más, podríamos decir que la cultura en que vivimos, especialmente en occidente, ha puesto a la ciencia en un pedestal de oro. No dudo que el conocimiento científico pueda conducir al ser humano a descubrir la verdad de muchas cosas; basta ver todos los avances tecnológicos para entender que venimos develando preciosos conocimientos.

Sin embargo, me parece fundamental cuestionarnos sobre los límites y posibilidades de la ciencia y sobre lo acertado o no, de colocarla en el lugar que la hemos puesto. ¿Y si la ciencia tiene los pies de barro? ¿Si no puede responder a las preguntas fundamentales del hombre? ¿y si el conocimiento científico está lleno de errores y de puntos ciegos?

Creo que vale la pena dar respuesta a todas estas interrogantes antes de entronizar algo que no puede reinar; y como católicos, es nuestra tarea ayudar a que otros desmitifiquen lo que haya que desmitificar. No vaya a ser que sea demasiado tarde y otro filosofo pedante nos vuelva a gritar «Dios ha muerto».

En el video en palabras sencillas, repasa con mucha claridad la distancia que separa a la ciencia del conocimiento absoluto. Con mucha ironía, John Lloyd va repasando muchas de las áreas científicas donde la ciencia misma ve como por el ojo de una cerradura: el genoma humano, el tiempo, la electricidad, la gravedad, los átomos, el universo, la identidad, la conciencia humana, etc.

Después de este recorrido, Lloyd concluye con un par de preguntas: ¿Por qué estamos aquí? y ¿Qué hacemos mientras estamos aquí? Claro. Las respuestas que da Lloyd son simpáticas, tienen algo de verdad y nada más.

 

 

Cuando la ciencia no tiene la respuesta

Yo me pregunto, cuando la ciencia se queda sin palabras antes las cuestiones más significativas de la vida humana y cuando la filosofía esboza respuestas cercanas pero que serán siempre incompletas… ¿Quién puede venir en nuestra ayuda? ¿Repentinamente la apertura al misterio y a la trascendencia no resultan ser de las posibilidades más racionales? Visto desde este ángulo, la fe y la Revelación son también dos modos muy sensatos de razonar.

Solo que para darnos cuenta de ello, hay que tener la humildad de reconocer que tal vez la razón humana no se encuentre en un trono, sino más bien en un pesebre.

Termino con un extracto del discurso que dio el Santo Padre Benedicto XVI a los miembros de la Academia Pontificia de Ciencias en el año 2006:

«La ciencia, si bien es generosa, sólo da lo que tiene que dar. El ser humano no puede depositar en la ciencia y en la tecnología una confianza tan radical e incondicional, como para creer que el progreso de la ciencia y la tecnología puede explicarlo todo y satisfacer plenamente sus necesidades existenciales y espirituales.

La ciencia no puede sustituir a la filosofía y a la revelación, dando una respuesta exhaustiva a las cuestiones fundamentales del hombre, como las que conciernen al sentido de la vida y de la muerte, a los valores últimos y a la naturaleza del progreso».

 

 

Escrito por: Mauricio Artieda, vía Catholic-Link.

 

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