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Hombres y mujeres somos complementarios, ninguno es más que el otro y más cuando se habla del reconocimiento de la fertilidad.

Para vivir los métodos de reconocimiento de la fertilidad, hombres y mujeres necesitamos una habilidad vital de los seres humanos, una que debemos poner en práctica para su continuo crecimiento y desarrollo. Se trata de la comunicación asertiva. ¡Y qué mejor manera de entendernos mejor los unos a los otros que a través de la empatía! Esa que nos permite ponernos en los zapatos de la otra persona y ver la realidad desde su perspectiva.

Por eso, es muy importante para las parejas —pero también en general, para vivir día a día el encuentro con los demás—conocer las características del cerebro y las singularidades de la psicología y sexualidad femenina y masculina.

 

 

Diferencias entre el cerebro femenino y el masculino

Nuestro cerebro femenino tiene áreas predominantes, como la ínsula, que regula los sentimientos viscerales; el hipotálamo, que ordena y comanda los ejes hormonales; el hipocampo, que guarda memoria de las emociones, de forma prolongada, y la glándula pituitaria, que produce las hormonas de la fertilidad y contiene el programa maternal. Además, cuenta con una mayor cantidad de neuronas en las zonas de la corteza del lóbulo temporal, que son las que se encargan de la comprensión del lenguaje. Por eso, nosotras hablamos aproximadamente 8.000 palabras al día, mientras los hombres tan sólo 3000.

Por su parte, el cerebro de los hombres es asimétrico, con funciones definidas para cada hemisferio, con una comunicación entre estos hemisferios menos fuerte que en las mujeres; predomina la amígdala, que procesa los instintos (gobernada por la corteza prefrontal), por lo que sus respuestas emocionales tienden a ser rápidas, automáticas y pasajeras, e independientes de las circunstancias. Además, la porción de la corteza parietal implicada en la percepción del espacio es mayor, y les permite desarrollar actividades en está área, con mayor facilidad.

Estas características cerebrales nos dan rasgos psicológicos y sociológicos que hablaremos más adelante, y que configuran parte de nuestra sexualidad, femenina o masculina. Sin embargo, es relevante mencionar que, aunque hay ciertas habilidades o cualidades propias de la mujer y el hombre, existen otras que no son exclusivas para cada uno, y que pueden desarrollarse de forma personal y única. De ahí, la novedad que cada uno de nosotros como seres humanos manifestamos en nuestro diario vivir.

 

 

Neuropsicología masculina

Por las particularidades cerebrales que aprendimos previamente, la forma de comportarse y de pensar es distinta para los hombres y las mujeres. Y resulta fundamental comprender esta realidad para poder llegar a la comunión verdadera, que permite ser don para el otro y acoger al otro como don, viviendo así la vocación máxima a la que hemos sido llamados: la de amar y ser amados.

De esta manera, los varones tienden a realizar una sola cosa a la vez y cuando la finalizan, entonces hacen otra. Son directos, precisos y concretos al comunicarse, y usualmente no comparten sus sentimientos o pensamientos, por lo que no lo consideran necesario. Asimismo, son mucho más objetivos, lo que les permite ser muy eficaces a la hora de disponer los medios para obtener resultados. Pero deben tener cuidado de no cosificar a las personas, y a la mujer misma, a través de la atención, para diferenciar siempre entre cosas y personas. Además, deben cuidarse de no “compartimentalizar” demasiado, porque puede llevar a incoherencias entre las diferentes áreas de su vida.

Los hombres tienen un dominio técnico sobre las cosas que les permite proveer y crear empresa, al tener una gran capacidad de gestionar procesos, valorando en gran medida los resultados. En consecuencia, buscan el reconocimiento en su trabajo.

Al ser más visuales, focalizan su atención en el conjunto, y no tanto en los detalles. Estos en algunas circunstancias sí cobran importancia en la vida de pareja, y por eso los hombres deben procurar tenerlos en cuenta en el momento de comunicarse con una mujer, especialmente con su cónyuge.

Por último, es valioso saber que la vulnerabilidad masculina está en el temor al fracaso, porque eso permite que como mujeres podamos acompañarlos. Esto los ayudará a actuar y vivir por encima de este miedo, y en definitiva, a ser felices.

Hasta el momento: hombres, ¿se han identificado? Mujeres, ¿identifican a su padre, hermano, novio o esposo?

 

 

Neuropsicología femenina

Ahora, vamos nosotras. Las mujeres somos cíclicas; por eso, nuestra psicología puede cambiar por nuestros cambios hormonales, que favorece a que tengamos una respuesta emocional con mayor continuidad de sentimientos. Además, somos integrativas y capaces de captar muchas cosas a la vez, porque nuestra atención está dirigida a centrarse en las personas. Esto se debe a que en nuestra esencia está la maternidad —biológica y/o espiritual—, lo cual quiere decir que nuestra complejidad cerebral es acorde a la tarea de educar a un ser humano, a la atención constante para con los hijos y también a una relación de entrega conyugal.

Asimismo, tenemos una mayor fluidez con las palabras, y más facilidad para la comunicación verbal y la expresión oral. Por ello también valoramos mucho la expresión verbal de los demás y buscamos ser escuchadas. En el área del lenguaje, también podemos comprender gestos y emociones con mayor facilidad y así, ser empáticas. Por todo lo anterior, por nuestra naturaleza femenina, las mujeres aportamos a una casa el calor de hogar.

Por otra parte, y aquí sé que más de una de nosotras reirá al sentirse identificada, los hombres deben saber que nosotras tenemos un “doble” lenguaje: una cosa es lo que decimos y otra, lo que queremos decir.

En cuanto al aprendizaje, la adquisición de nuestro conocimiento es más por intuición que por la razón, lo que no quiere decir que no racionalicemos, pero sí que la intuición juega un papel importante en nuestra forma de conocer el mundo. Por ello les otorgamos bastante atención a los detalles. Igualmente, contamos con una mayor capacidad imaginativa, que debe ser controlada para evitar complicarnos —no digan que no: ¡todas nos armamos unos videos!—. Es por eso el hombre es nuestro polo a tierra.

Finalmente, en nuestra psicología, el temor a no ser amadas es mayor que en el caso de los hombres, por lo que ellos deben saber que ese anhelo de amor que se encuentra en nuestro corazón debe ser custodiado.

¿Se sienten identificadas? Yo sí, ¡y mucho! Y puedo decir que amo ser mujer e identificarme plenamente con mi femeneidad.

 

ESPOSA 4

 

¡Atentos hombres y mujeres!

Hemos visto las diferencias entre el cerebro femenino y masculino, y hemos establecido que ninguno es superior a otro, sino que cada uno tiene sus habilidades y talentos. Estas diferencias, dadas por nuestra genética cerebral y nuestra neuropsicología, no son un obstáculo, sino la razón de nuestra complementariedad. Hombres y mujeres somos complementarios, por lo cual nos ayudamos entre nosotros a mejorar y a crecer más cada día.

¿Cómo podemos ayudarnos mutuamente? En el próximo artículo hablaremos de algunas formas en que nosotras los llevamos a una vida más relacional, y cómo ellos son nuestro polo a tierra.

 

 

Escrito por: Ana Carolina Rojas, soy Ginecóloga & Obstetra de la Universidad de La Sabana en Bogotá, vía amafuerte.com

 

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