Según varios estudios existe una relación entre estos dos síndromes geriátricos.
Dos situaciones en adultos mayores de avanzada edad, que preocupan actualmente a la Gerontología, son la incontinencia y las caídas. Creo que en adultos jóvenes y en adultos mayores la idea de ensuciar la ropa interior, no “alcanzar” a llegar al baño y usar pañal nos paraliza. No nos permite siquiera informarnos del tema, porque entramos en una negación por ser éste un taboo social. ¡Y ni hablemos de las caídas!
En encuestas realizadas a nivel internacional sobre los temores que existen en la vejez se destaca como número uno, por amplia mayoría, el miedo a caerse. Enviudar y morir aparecen también como uno de sus miedos ocupando el segundo y tercer lugar respectivamente.
Las caídas en la tercera edad
Resultan cada vez más comunes y sus consecuencias son complejas. Esta preocupación es muy real. Las caídas se sitúan como la sexta causa de mortalidad para este grupo etario. Este hecho, junto a la incontinencia, es tan frecuente y determinante en la vida de un adulto mayor que ha permitido que ambos sean considerados por la literatura médica como síndromes geriátricos.
Este término empezó a utilizarse a finales de los años 60 para describir una serie de cuadros originados por la edad avanzada y la conjunción de una serie de enfermedades mayormente geriátricas. Éstas son causa de dependencia funcional para realizar las actividades de la vida diaria que, por supuesto, disminuye la calidad de vida del adulto mayor.
¿Cómo se relacionan?
Ahora sumémosle a estos dos eventos un tercer dato; no para asustarnos sino para lograr en algún momento informarnos, prevenir y paliar. El dato de importancia que vamos a desarrollar es que según estudios existe una relación entre estos dos síndromes geriátricos: las caídas y la incontinencia.
Resultan cada vez más comunes y sus consecuencias son complejas.
Investigaciones realizadas en Estados Unidos, Alemania y Japón –por citar tres ejemplos– coinciden en que las personas que sufren de incontinencia mixta (orina y heces) son tres veces más propensos a sufrir una caída. Esto se debe a los trastabilleos que pueden ocurrir en el traslado al baño de una manera apurada y poco cuidadosa, el mal uso de un pañal que puede dejar escapar fluidos que podrían producen un resbalo que acabe en caída y la correlación entre una infección y la incontinencia que puede crear debilitamiento corporal, pérdida de estabilidad y por ende una caída.
Un pronto y apropiado diagnóstico de incontinencia, como síndrome geriátrico o efecto de una infección por parte de un geriatra o médico general y no como parte normal del envejecimiento, ayuda a detectar el riesgo de caída, aminorarlo e incluso evitarlo.
Compartimos algunas recomendaciones para reducir este riesgo por presencia de incontinencia.
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Por: Camila Valdivieso
Gerontóloga