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Estudiar fuera del país puede convertirse en un tiempo transformador si sabemos aprovecharlo.

Con el fenómeno de la globalización, nuestro mundo cada vez es más pequeño, las distancias parecen más cortas y los costos para moverse más bajos. Esto ha potenciado el turismo, pero también ha abierto nuevas oportunidades de formación a través de los intercambios estudiantiles.

Si bien esta modalidad de formación existe hace mucho tiempo, el abaratamiento de los costos y las herramientas tecnológicas que permiten “controlar” a la distancia a nuestros hijos, los han vuelto cada vez más posibles y deseables.

Practicar la independencia

Un intercambio estudiantil implica el viaje en grupo a otro país, acompañado de un profesor o autoridad del colegio, con un fin pedagógico, usualmente, aprender otro idioma. Esta experiencia les facilita a los chicos vivir el día a día en una lengua diferente, escuchar el idioma sin acentos extranjeros y potenciar sus conocimientos teóricos en academias especializadas; sin lugar a duda, una gran oportunidad de aprendizaje.

Pero, quizá, el aprendizaje más valioso de una experiencia así, no sean los contenidos adquiridos, sino las habilidades que pueden desarrollar, separándose temporalmente de su casa y sus comodidades, para fortalecer su autonomía e independencia.

Sus múltiples ventajas

Gestionar el tiempo con responsabilidad: desde levantarse solos para llegar puntuales, hasta auto-limitar su tiempo de uso de redes sociales para poder participar de paseos y cumplir con sus tareas. Asumir esa responsabilidad, les permite darse cuenta de que seguir los límites y hábitos que se inculcan en la casa, les representa un beneficio, y lo asumirán ya no por obligación, sino por convicción.

Administrar adecuadamente el dinero: aunque tengan cubiertas las necesidades de vivienda, estudio y alimentación durante el intercambio, nuestros hijos van a disponer de dinero para sus gastos de bolsillo. Resistir a la tentación de gastarse todo en los últimos audífonos de Apple para poder comprar recuerdos y golosinas durante todo el viaje, les va a enseñar a ahorrar, a priorizar y a planificar sus gastos.

Ampliar sus perspectivas de la vida: experiencias que en Ecuador tal vez no han vivido nunca, como usar transporte público, movilizarse a pie o pedir indicaciones, les muestran cómo es la vida para otras personas, cuales son las prioridades en otras culturas, sus formas de comportarse y de resolver sus problemas, etc.

Estas, entre muchas otras habilidades, seguro regresarán fortalecidas de un intercambio estudiantil, siempre y cuando veamos que a nuestro hijo le interesa y se siente preparado. La edad a la que están listos es relativa, pero es súper importante que él se sienta capaz de enfrentar el reto y de asumir la responsabilidad, siempre contando con nuestra ayuda y la de la tecnología para comunicarnos.

Por Psic. Inés Cobo de Gibert
Directora Ejecutiva del Sir Thomas More

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