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Si me fijo en los retos, en el no puedo hacer esto o esto otro, no lo haré, porque el impedimento será demasiado grande para mí.

No logro asimilar lo negativo cuando lo pienso o lo imagino.

Cuando me dicen que piense en la selva e imagine los animales. Pero me piden que no me fije en el mono amarillo. ¿Qué hago yo? Sólo veo monos amarillos en la selva.

Si un día desciendo esquiando una montaña y sólo escucho en mi interior: no te fijes en los árboles. ¿Qué ocurre? Sólo veo árboles a mi alrededor y acabaré chocando con alguno.

Pero si me digo: fíjate sólo en la nieve y en el camino que hay sobre ella. Entonces no veré los árboles, sólo veré la nieve blanca entre los árboles.

Si me fijo en los retos, en el no puedo hacer esto o esto otro, no lo haré, porque el impedimento será demasiado grande para mí.

 

 

La importancia de creer en la victoria

La mente agranda la realidad y la acaba creando. Si no creo en la victoria, nunca venceré. Si no creo que sea posible llegar a lo alto de un monte, acabaré desistiendo antes de tiempo.

Lo negativo cobra mucha fuerza ante mis ojos. Veo la realidad distorsionada por mi pensamiento.

Imagino cosas terribles que tal vez nunca sucedan. Y veo lo malo que hay a mi alrededor aunque no exista nada malo.

A menudo es más fuerte en mi interior el miedo a fracasar que las posibilidades reales que tengo de llegar a fallar ante los retos.

¿Por qué no luchamos más ante los retos?

Comenta Toni Nadal sobre su sobrino el tenista Rafael Nadal y su actitud en el tenis:

«En muchas ocasiones me he preguntado, no tanto por qué él es capaz de actuar así, sino por qué no lo hace de esta misma manera la mayoría de la gente que aspira a conseguir algún logro importante en su vida. Yo entiendo que cuando uno toma una decisión así asume la dificultad y el reto que todo ello conlleva y presupongo, a su vez, que estará interesado en hacer todo lo necesario para alcanzarlo. De ahí mi sorpresa cuando constato que eso no sucede de forma habitual».

A veces, más que el éxito o el fracaso en la vida, importa la actitud. El espíritu de lucha. La fe ciega en la victoria aunque luego no llegue.

La actitud positiva después de haber perdido. La mirada a lo alto que no me deja tiempo para lamentar la leche derramada.

El espíritu positivo que no me deja envenenar por los mensajes negativos que el mundo me susurra al oído.

Mi mirada abierta que no se deprime cada vez que las cosas no salen como yo esperaba.

Esperanza

Dios sabe más. Él se esconde detrás de todo lo que me sucede. Camina a mi lado, sostiene mis pasos. E introduce en mi corazón un mensaje de esperanza.

En medio de la muerte brota la vida. Del camino más oscuro y difícil surge otro camino lleno de luz. Del desprecio de los hombres brota una mirada misericordiosa de Dios.

El fracaso y la muerte no tienen nunca la última palabra. Después de las cenizas vuelve a surgir la vida.

Hay un nuevo amanecer para cada noche. Por eso decido no quedarme en lo malo y negativo de la vida.

 

 

Pensar en positivo ante los retos

Toda empresa que asumo conlleva dificultades. Sólo tengo que adaptarme a la dificultad del camino, a su dureza y alegrarme cuando haya tramos más livianos.

Pensar en positivo me enseña a sacar enseñanzas de todos mis fracasos. Asumir que sólo gana uno en cada carrera.

Y pensar que yo tengo que seguir intentándolo no importa las veces que no me resulte lo que persigo.

Pero no caigo en el desaliento, no me enojo, no pierdo la paz. Vuelvo a intentarlo con un corazón tranquilo y confiado.

Elige amar, elige vivir

No me creo los mensajes cargados de negatividad que escucho a mi alrededor o yo mismo me digo.

Vuelvo a elegir la vida antes que la muerte. El amor antes que el odio. La esperanza antes que la desesperación.

Vuelvo a optar por la generosidad que acaba con el egoísmo. Con la diligencia llena de amor que supera la desidia.

Sigo el camino del bien antes que elegir de nuevo el mal. Creo en todo lo que podré hacer dejando de lado esos pensamientos que me dicen que no puedo.

La clave para no desanimarse: la fe

La fe es lo que me mantiene despierto y atento. Puedo llegar más lejos, puedo dar más de mí mismo.

Puedo entregar la vida y nada podrá impedir que siga soñando con un mundo nuevo. Veo todo lo que está mal a mi alrededor y no me desanimo.

Puedo cambiar esa parcela de terreno que tengo ante mis ojos. Ese espacio pequeño que lleno con mi vida.

Puedo amar más a los que no me aman. Puedo perdonar, sanar y levantar a los que han caído.

Y vuelvo a elegir siempre de nuevo la mirada misericordiosa de Dios que se posa sobre mi vida cansada. Dios puede hacerlo todo nuevo en mi interior.

 

 

Escrito por: Carlos Padilla Esteban, vía Aleteia.

 

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