La adolescencia se vive con grandes transformaciones. En esta etapa, la relación entre padres e hijos pueden suponer todo un reto.
Estaba con un grupo de adolescentes, tratando de compartir sus inquietudes, cuando les pregunté por la adolescencia. La respuesta que recibí me ayudó para escribir este artículo.
Me dijeron que la adolescencia era una situación difícil que pasan sus pares. Todos estaban de acuerdo. Los padres, decían preocupados los adolescentes, de un momento a otro se vuelven controladores, impacientes, criticones, desconfiados, buscan disimuladamente en nuestras pertenencias aparentemente desordenadas para ellos. Nos reducen las salidas y nos separan de los amigos… ¡Algo les pasa!
Lo curioso es que al compartir el mismo tema con sus padres por la noche, ante la misma pregunta: ¿Qué es la adolescencia?, me respondieron que era una etapa difícil por la que pasan los hijos. Cuando llegan a cierta edad se ponen respondones, critican toda autoridad, son exagerados en sus comentarios, desordenados, esconden las cosas, hablan en secreto con los amigo, se apartan de los padres y quieren estar solo con los amigos. ¡Algo les pasa y no sabemos qué hacer!
Por ello aprovecho este pequeño espacio para para compartir mi experiencia de 25 años como educador de adolescentes, como psicólogo, pero principalmente como padre de tres hijos adolescentes.
La adolescencia y la individualidad
Lo primero que debo decir es que cuando queremos convivir de manera un poco más pacífica con un adolescente debemos tener en cuenta el principio de individualidad, es decir, los hijos a pesar que comparten los mismos genes y la misma sangre, nunca son iguales, por ello, la manera de educar no debe ser siempre la misma para cada hijo. Lo que hacemos con uno, no siempre funciona con el otro. Depende mucho del tipo de personalidad que tienen. De allí que, cada padre debe conocer la personalidad de cada uno de sus hijos para poder acertar en su educación.
La adolescencia y la flexibilidad
En segundo lugar, la manera de educar a los hijos también debe ser distinta en el tiempo, mantener los mismos principios y normas que se viven en la casa, pero con mayor flexibilidad. Ser flexibles en aquellas cosas que no son trascendentes e inflexibles en aquellas que son de mucha importancia para la familia, como es el caso de su espiritualidad, por ejemplo.
La adolescencia y la empatía
En tercer y último término, creo que un poco de habilidades sociales vividas en ambas direcciones ayuda mucho en nuestro objetivo para educar un poco mejor. Quiero decir que, al tratar con nuestros hijos adolescentes, debemos intentar ser empáticos para comprender mejor su postura y ayudarles a ser asertivos en sus exigencias de adolescente. Ello nos llevará a negociar en algunos casos y a ser inflexibles en otros, pero siempre poniéndose en el lugar de ellos.
No tener miedo a poner autoridad (no autoritarismo). Ellos lo valoran mucho, aunque no lo parezca. No intentes ser un amigo o una amiga más- amigos y amigas ya tiene muchos- necesita un padre, una madre, que le oriente en este proceso de pasar de la niñez a la adultez. El ejemplo de trabajo, de respeto, de ayuda en casa, del trato a los demás, de servicio a los que necesitan, del trato con Dios, etc. les fortalece mucho el carácter y les da modelos de vida que muy poco encuentra en la calle y en la vida.
Escrito por: Anibal Mera Rodas, Educador y Psicólogo. Director de formación y familia del Colegio Algarrobos.
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