Varias familias tienen una Semana Santa diferente, lejos de ser unas vacaciones, son una oportunidad para llevar amor y la palabra de Dios a distintas partes del país.
Muchas son las familias que han vivido la experiencia de ser misioneros y su objetivo es llenar de alma al mundo con su lema: “ven a construir la alegría de ser familia”, así algunas familias nos dan el testimonio sobre sus vivencias.
Familia Andrade Álvarez:“Las palabras ilustran, pero los ejemplos arrastran.”Padres: Antonio y Giuliana. Hijos: Giuliano (14), Antonio (13), Isabella (10), Chiarita (5) y Francisco (3). Pimocha 2015. Isabella, Giuliano, Antonio, Giuli de Andrade y Francisquito (en brazos) visitando a una familia acompañados por las catequistas María y Paulina. Hace ya cuatro años recibimos la invitación para formar parte del grupo de familias que deciden tener una Semana Santa diferente. Tomar la decisión de designar ocho días con toda nuestra familia para realizar una misión nos costó mucho. Teníamos cuatro hijos pequeños, el mayor con diez años y la menor dos y medio. Parecía algo demasiado arriesgado, aventurarnos a dormir en carpas y caminar durante casi todo el día, pero Dios nos puso en este camino y lo aceptamos. A pesar del calor de invierno, las malas noches y la lluvia, la fuerza que Dios nos permitió soportar estas condiciones. Lo más inesperado fue encontramos en los habitantes de las comunidades, con nuestro Dios vivo en cada uno de sus problemas, de sus alegrías y su sencillez. En esa semana sentimos que acompañábamos a Cristo a donde Él nos pedía, nos sentimos más discípulos que nunca y experimentamos su resurrección en nuestro. Así, decidimos desde ese momento, como familia, que todas nuestras semanas santas serían en misión. Tanto nuestros hijos como nosotros hemos encontrado una verdadera familia en este grupo de personas con las que hemos podido compartir este testimonio de amor y de entrega. |
Familia Pedrazzoli Abad:“Los misionados somos los propios misioneros”Padres: Giovanni e Ingrid. Hijos: Giovanni (17), Gianluca (11) y Giuseppe (8). San Plácido 2013. Vía Crucis multitudinario organizado por misioneros y la gente de la parroquia, en recintos aledaños y de Portoviejo, con aproximadamente 4000 personas. Aún recordamos el miedo y la vergüenza que teníamos al ir a visitar a la primera familia en nuestro hermoso San Plácido. Las dudas sobre si nos abrirán las puertas o si nos “pararían bola”. A esto sumarle que íbamos con niños pequeños en donde los “me muero de calor”, “tengo hambre”, “estoy cansado”, no faltaban, pero que poco a poco se iban acoplando a las intensas jornadas. En la comuna Juntas del Pacífico, trabajamos con el Padre Lothar Zagst y nos encontramos con una mayoría de personas de la tercera edad. Aquí con más incomodidades que en San Plácido, en donde 6 de los 9 días estuvimos sin luz, donde nos bañábamos con jarrito o con la lluvia, olvidábamos todo al ver la alegría de la comunidad. Este año por motivos de trabajo tuvimos que ausentarnos algunos días de la misión, pero nuestros hijos decidieron quedarse 3 días más. Vemos que como familia hemos crecido. Para nosotros Semana Santa es para el trabajo intenso, la entrega y llevar con alegría nuestras cruces con la entera confianza que Cristo resucita entre nosotros. Al preguntarle a nuestros hijos qué guardan en su corazón de esta experiencia, Gianluca, con apenas 5 años, nos dijo “estar agradecidos..por..tener una casa, con una cama, agua en la llave, salud y comida”. |
Por: Ingrid Abad
Mg. Desarrollo de la inteligencia y educación