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La cocina en una casa define si es o no un hogar. Siempre el espacio para el encuentro que construye una vida, una familia. ¿Cómo es tu cocina?

La cocina es el lugar de la casa donde suceden las cosas. Las triviales y también las importantes. Entorno a un puchero que gorgotea en el fuego se producen esas conversaciones necesarias acerca del colegio, el trabajo, la fe y la vida.

En la mesa de la cocina se repasa la lección para el examen de mañana mientras mamá hace la cena, se conversa de ese problema que ha surgido en el trabajo mientras se toma un café caliente, se revisan las cuentas de un mes lleno de gastos imprevistos o se hace la lista de la compra.

En la cocina ocurre la vida. Entorno al desayuno, la comida y la cena, transcurren las horas preparando los platos y recogiendo la mesa, planificando los menús y colocando la compra, separando la colada y poniendo lavadoras. En ese rutinario vaivén se cuelan historias, discusiones y mediaciones.

Se suceden las alegrías y las lágrimas, los abrazos y los momentos de silencio. El hogar huele a café recién hecho y bizcocho horneado.

 

 

La cocina de tu infancia

Viajamos a nuestra infancia y recordamos la cocina como ese lugar al que había que acudir para encontrar a la abuela. Allí, mientras pelaba patatas o limpiaba las judías verdes, escuchaba nuestra última peripecia con los niños del pueblo.

También era el espacio donde invitábamos a merendar a los amigos, celebrábamos los cumpleaños, y donde nos quedábamos en una sobremesa infinita hablando con nuestros padres de los pormenores de ese primer trabajo de nuestra vida.

A la nevera acudíamos furtivamente en las interminables noches de estudio y también nos encontrábamos allí con algún hermano que asaltaba las sobras tras una noche de fiesta.

Es en la cocina de nuestra casa donde tomábamos el aperitivo los domingos, mientras pululábamos alrededor de nuestra madre metiendo la mano antes de tiempo en las delicias que ella, con su clásico vermut en la mano, iba, sin prisa, preparando.

La cocina es sin duda el corazón de la casa, de la familia.

Las cocinas de hoy

Por eso me desconcierta que las construcciones modernas dediquen cada vez menos espacio a este lugar central de un hogar. Las cocinas de las casas de hoy son, en su mayoría, alargadas y estrechas, con los huecos imprescindibles para colocar los electrodomésticos básicos y sin espacio para poner una mesa.

Si acaso, hay un rincón para una barra donde sólo pueden desayunar dos personas de frente a la pared. Este tipo de cocinas que empiezan a ser habituales en nuestras vidas no invitan a permanecer en ellas. Son estancias meramente funcionales, privadas del espacio necesario para el revoloteo habitual de personas que acompaña la preparación de un guiso.

Mientras las cocinas reducen su tamaño, cada vez es más frecuente encontrar adosado al dormitorio principal un gran vestidor y un baño en suite con bañera de hidromasaje.

Reducimos el espacio para el encuentro que construye una vida y se lo entregamos a la ropa y los zapatos. Incluso los salones, que antiguamente se ordenaban entorno al fuego de una hoguera (de ahí la palabra “hogar”) y que congregaba a la familia entorno al calor y a la luz tenue de las brasas, se disponen hoy en función de la televisión.

Los sillones frente a la pantalla no invitan al contacto visual, a la conversación o a la comunión familiar, sino que contribuyen a adormecer nuestro cansancio del día con Netflix o Amazon Prime.

 

 

Un hogar

Quizá la estructura de tantos pisos construidos como colmenas no nos ponga las cosas fáciles, pero devolver a nuestras casas ese olor a hogar que guardamos en la memoria es una tarea fascinante.

Y, es que el modo en que disponemos los espacios de nuestra casa puede determinar la vida que hacemos en ella.

Construir un hogar va más allá de buscar la decoración shabby chic o escandinava que inunda las publicaciones de Instagram; es hacer de él ese lugar habitable, que cuente nuestra historia familiar y que invite a mirarnos a los ojos, a compartir un café caliente y a hablar de lo divino y de lo humano.

Construir un hogar es dedicar tiempo a cocinar para los nuestros mientras escuchamos las batallas del colegio o repasamos la lección de Historia contemporánea. Construir un hogar es tener siempre una cerveza bien fría en la nevera para ofrecer a los amigos. Es, en definitiva, concebir un espacio que genere vida; quizá una caótica y desordenada, pero esa clase de vida a la que uno quiere pertenecer y a la que siempre desea volver.

 

 

Escrito por: Isis Barajas, vía Aleteia.

 

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