En el domingo de la Fiesta de la Sagrada Familia, sumergidos en el clima de la Navidad, ante la multitud de fieles y peregrinos que llegaron a la Plaza del Santuario de San Pedro para rezar con el Papa y recibir su bendición, Francisco invitó a imaginar a esta pequeña familia en medio de tanta gente en el gran templo. No se distinguen, pero no pasan desapercibidos a dos ancianos llenos del Espíritu Santo y de profecía que los reconocen.
«El mensaje que proviene de la Sagrada Familia -explicó el Obispo de Roma- es sobre todo un mensaje de fe. En la vida familiar de María y José, Dios es verdaderamente el centro en la persona de Jesús. Por esto la Familia de Nazaret es santa, porque está centrada en Jesús. Cuando los padres y los hijos respiran juntos este clima de fe, poseen una energía que les permite afrontar pruebas también difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada Familia, por ejemplo, el evento de la dramática huída a Egipto».
Y el Sucesor de Pedro afirmó: «Esta luz que viene de la Sagrada Familia nos anima ofrecer calor humano en aquellas situaciones familiares en las que, por varios motivos, les falta la paz, les falta la armonía y el perdón. Que nuestra solidaridad concreta no venga a menos, especialmente con aquellas familias que están viviendo situaciones muy difíciles por las enfermedades, la falta de trabajo, la discriminación, la necesidad de emigrar… Confiemos a María, Reina de la familia, todas las familias del mundo, para que puedan vivir en la fe, en la concordia, en la ayuda recíproca, y para esto invoco sobre ellas la materna protección de Aquella que fue madre e hija de su Hijo».
Para leer el texto completo de la reflexión del Papa antes de la oración del Ángelus, haz click aquí.
Vía Radio Vaticano