Compartir:

Conversamos con el Mons. Bertram Wick sobre qué entendemos por fe y cómo podemos vivirla plenamente.

 

¿Cuál es el impacto de la fe en Dios en la vida de las personas?

El impacto depende mucho de la intensidad de la fe en Dios. Si se trata de una fe genérica que solamente suele rezar el credo y no tiene problema con los artículos de fe, no tendrá mayor impacto. Pero alguien que toma muy en serio la fe en Dios y centra toda su vida en Él, sentirá efectos múltiples de gran alcance.

El primer efecto:

Ingresa en su vida una confianza total en la Divina Providencia, en la relación liberadora con el Dios de la vida, que es un Dios de Amor. Esta iluminación de la existencia significa luz, comprensión del conjunto de nuestra vida que abarca dolor, alegría, angustia y gozo. Si se trata del Dios de Jesús, de la fe cristiana, se sabe ubicar el sentido de la existencia desde la teología.

Las personas que creen y oran son más resistentes a la enfermedad, al suicidio, a la desesperación. Dios es el fondo que les permite pisar cuando todas las demás seguridades de la vida fallan.

En definitiva habrá que preguntar a los individuos, muy elocuentes son los ejemplos de conversiones fulminantes sobre el tema, marcadas por San Agustín, Carlos de Foucauld, Juan de Dios, Camilo de Lelis, etc.

Hay quienes creen en Dios y no se comportan bien, no son testimonio: otras en cambio, hacen el bien y no creen en Dios. ¿Cómo se explica eso?

Lo primero: siempre hay incoherencias. Un bautizado puede constar en la estadística de la iglesia pero no tiene una fe real. Pertenece a una religión o confesión, pero no es verdaderamente creyente. Vive la fe como un usuario de servicios eventuales. No tiene impacto. Por qué no tiene convicciones. Su fe está muerta, dice el apóstol Santiago en su carta.

Pero hay personas que tienen una gran conciencia ética. Su obrar se mide en la razón (ley) natural sin que por ello recurren a la fe en un Dios.

La diferencia entre un caballero y un creyente no se nota enseguida en los actos que estos realizan. Exteriormente pueden ser los mismos con similares efectos. Pero el creyente obra desde la fe y su obra está hecho desde la gracia de Dios. El caballero también está motivado por el Sumo Bien, por Dios, pero de forma inconsciente. El valor salvífico – digámoslo así – es inmensamente mayor del que lo hace en comunión con Dios. Jesús dice: sin mí no pueden hacer nada

Por: Monseñor Bertram Wick

Compartir: